Cuando el corazón es incapaz de bombear con eficiencia la sangre que le llega del pulmón ya oxigenada y la que le envía al mismo para que la oxigene, se tipifica una insuficiencia cardiaca, las causas son múltiples y pueden estar relacionadas con el daño al músculo que deja de contraerse con energía (inotropismo), la falla en la conducción eléctrica donde se puede perder el ritmo (arritmias) ocasionando que la contracción muscular no sea enérgica y la velocidad sea o demasiado rápida o extremadamente lente (taquicardias y bloqueos), y/o cuando se dañan la estructura interna del corazón y las válvulas pierden su contención presentando fugas que se escuchan como soplos, evitando el paso completo del contenido de una cavidad a la otra, dejando remanentes en un sitio y evitando que el otro reciba el contenido adecuado de sangre. También el daño a las arterias coronarias se puede manifestar de manera súbita con una oclusión total o parcial que dejará una parte del corazón desprovisto del preciado oxígeno y los nutrientes, elementos y contenidos necesarios para apoyar en su función al poderoso músculo cardiaco que tanto y de forma tan continua necesita de este aporte.
El corazón derecho (aurícula y ventrículo derecho) recibe sangre de todo el sistema venoso del cuerpo que regresa al pulmón para recargar oxígeno, después pasa a las cavidades izquierdas del corazón (aurícula y ventrículo izquierdo) para luego ser expulsada por la aorta ya oxigenada hacia todo el sistema arterial para distribuirse en todos los órganos y sistemas de nuestro organismo entre ellos al cerebro donde dejará el necesario elemento (O2).
El bombeo puede fallar selectivamente del lado derecho o izquierdo del corazón, permitiendo la acumulación de sangre en el sistema venosa (pies y piernas con edema, hígado crecido por congestión y venas yugulares dilatadas), o permitiendo la acumulación en los pulmones en la falla del lado izquierdo (agua en los pulmones o edema pulmonar) y presiones bajas insuficientes que colapsan los sistemas.
Las complicaciones en cualquiera de los casos se multiplican ya que se sobrecarga el sistema con demasiado volumen acuoso, falla la velocidad para eliminar agua por el riñón, se acumula en los tejidos blandos por fuga y al congestionarse los pulmones no se puede oxigenar adecuadamente a la sangre además de que el paciente no puede respirar y si camina se agudiza y agrava la dificultad, sometiendo además al corazón a un trabajo extra en condiciones extremas de demanda.
Caso clínico:
Ayer llegó don Víctor un paciente que desde hace un año no acudía a sus citas, se observaba pálido, con dificultad para respirar, haciendo un notable esfuerzo para introducir aire sobre todo cuando se movía (dificultad respiratoria de pequeños esfuerzos), llegó extremadamente agitado después de haber recorrido todo el hospital de extremo a extremo para llegar a mi oficina donde se le había concertado una cita, se escuchaba a distancia el sonido de su respiración como si una turbina fina se encontrara en su interior, intentaba no hablar mucho y su debilidad era notable.
Le pedí que se sentara para explorarlo directamente en la sala y me confesó que tenía una semana que no podía acostarse horizontal por la sensación de ahogamiento que sufría, debía permanecer sentado por las noches, no podía comer porque se agitaba y tenía muchísimas nauseas.
Las órbitas eran oscuras, y el brillo de sus ojos había desaparecido, los tobillos estaban hinchados y se encorvaba como buscando reposo en la posición, era evidente que se encontraba muy agotado y débil.
Cuando lo revisé estaba deshidratado, con la presión normal en el límite inferior (90/60), con una frecuencia cardiaca de 75, con oxígeno en su sangre de 75% cuando lo normal no debe ser menor de 92% (esto se mide con un oxímetro de pulso en el dedo del paciente), no toleraba siquiera estar inclinado porque sentía desfallecer. Sus pulmones se escuchaban con abundantes estertores (líquido en el interior de los alveolos) y su electrocardiograma revelaba bloqueos de la conducción cardiaca en varios sitios.
Fue enviado de inmediato a la unidad de cuidados intensivos, se le colocó un marcapaso para corregir el ritmo, oxígeno por mascarilla reservorio con lo que elevó la concentración en corazón, se le aplicaron diuréticos y se corrigió el déficit de agua, se administraron substancias para mejorar la contractilidad cardiaca y la presión arterial. Una vez estabilizado se le hizo un cateterismo cardiaco, se le colocaron dos stents (túneles de metal en los sitios de obstrucción), se anticoaguló y actualmente se encuentra en fase de recuperación por infartos sufridos previamente pero con un pronóstico favorable a sus 73 años.
Don Lucio otro paciente también llegó a la unidad de urgencias de su colonia en las mismas circunstancias, no tuvo acceso a los sofisticados sistemas de apoyo para pacientes graves de los hospitales institucionales ni privados, no tuvo dinero para acudir a recibir la privilegiada atención y lentamente su vida se extinguió sin remedio, ante la desesperad mirada de sus familiares que no atinaban a resolver la problemática por falta de dinero y de derechos a la salud en una institución pública.
Sin embargo Don Lucio podía haber ido a los hospitales de la Secretaría de Salud como el Gea González, el General de Salubridad, el Hospital Salvado Subirán de Nutrición, o a cualquiera de los del ISSSTE y del IMSS, o más aún, en los privados donde por su gravedad debía de ser atendido sin importar si era o no derechohabiente o si tenía o no dinero.
El desconocimiento de los derechos a la salud y la falta de educación limitan la accesibilidad a los recursos públicos de las personas, el derecho a la salud es un apartado del que cada día se tiene mayor cobertura en nuestro país con el seguro popular y los servicios de salud para estudiantes y universitarios.
Perfeccionar la fase informativa, los conductos para accesar al servicio y el reconocimiento del derecho mismo al servicio son tareas que debemos promover.
Así también es importante comentar que los daños al corazón y las enfermedades cardiovasculares como complicaciones de otros factores de riesgo como la obesidad, diabetes, hipertensión arterial sedentarismo y tabaquismo se pueden prevenir y evitarse, con un costo mínimo, solo con educación y así evitar estos desenlaces.
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Médico Internista
Representante de ISIM en México
Fellow of the American College of Physicians
Representante de EIM México y Presidente de
Ejercicio y Nutrición son Salud y Prevención