Las nuevas tecnologías en función de la Democracia

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¿Consideras que las nuevas tecnologías pueden contribuir a la democracia?

En los últimos años se han originado una infinidad de avances gracias a la tecnología aplicada en el sector médico, en las comunicaciones, la seguridad, el entretenimiento y hasta para facilitarnos las tareas domésticas diarias.

¿Entonces, por qué no puede ocurrir lo mismo en el terreno de la política? Si estás pensando que hablo de nuevas medidas de seguridad en los procesos electorales, la rendición de cuentas de los partidos y la transparencia en el manejo y acceso a la información de nuestros gobernantes, no estás muy lejos de la verdad.

¿Pero me creerías si te digo que además de ayudarnos en estos ejemplos, la tecnología puede incluso contribuir a ejercer una democracia imparcial y justa? Suena como una utopía, porque sabemos -gracias a la historia y varios ejemplos- que los humanos son débiles y propensos a a las tentaciones y la ambición de poder o económica.

Sin embargo, las máquinas -fuera de las películas de ficción- aún son confiables en un gran porcentaje si las programamos para un fin determinado. Una máquina difícilmente se dejará corromper por un soborno o tendrá miedo por alguna amenaza porque en realidad no tiene una vida ni familia qué proteger.

Por lo mismo, tampoco existen ambiciones o deseos más allá de los objetivos con los que son programadas para servir a los humanos. Y en la palabra “servir” está la clave de lo que en teoría deberían hacer aquellos servidores públicos, donde se incluyen todos los gobernantes, en beneficio de los ciudadanos.

Una democracia es en esencia la vigilancia y ejecución de la justicia en beneficio de la mayoría. Entonces, qué increíble sería que nuestros gobernantes sólo tuvieran ese objetivo en mente y que esto fuera lo que motivara todas sus acciones. Algo que una máquina sin duda podría hacer sin miedo de que “le lleguen al precio” como comúnmente decimos.

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Superando cualquier película de ficción, este año Michihito Matsuda quedó en tercer lugar en las elecciones por la alcaldía de Tama, distrito de Tokio, al conseguir 4 mil 13 votos gracias a su plataforma política donde la principal promesa de campaña fue acabar con la corrupción.

Esto parece completamente normal y de seguro te preguntas en dónde está el tema de ficción. Pues en que Michihito Matsuda es un robot que utiliza la inteligencia artificial como medio para lograr una democracia confiable y honesta. Tal vez por eso recibió tal cantidad de votos.

Por otro lado, la Fundación Tribu -dedicada a la promover el desarrollo de la teoría y la investigación- junto con el periódico chileno El Mostrador, realizaron una serie de experiencias piloto a través de las nuevas tecnologías para fomentar el diálogo sobe el futuro de la democracia.

Fue así como invitaron al físico César Hidalgo -profesor del Media Lab del prestigioso instituto MIT de Estados Unidos- para desarrollar el proyecto AIDA -que significa por sus siglas en inglés “Artificial Intelligence Democratic Assitants”-.

Encuestas en varios países demuestran la gran desconfianza y desaprobación que sienten las personas tanto por los políticos como por los partidos y el Congreso, así como por la idea de lo que significa la palabra “democracia” en realidad. Algo que da espacio y promueve el resurgimiento de modelos autoritarios.

La democracia actual no logra que vivamos de una forma donde las decisiones sean reflejo de nuestra voluntad general. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste representado por quien piensas que es la mejor opción, y no por quién representa la menos peor?

El proyecto AIDA cuestiona cómo una sola persona en el Congreso de cada país con un sistema democrático puede analizar a profundidad todas las iniciativas de ley y tomar la decisión más acertada y en beneficio de los ciudadanos que votaron por ella.

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Tan sólo en Estados Unidos la Cámara de Representantes analizó más de 6 mil 500 propuestas de ley en los dos últimos años. Estamos hablando de nueve propuestas diarias, si las dividimos de alguna manera más o menos viable. ¿Cómo puede un legislador analizar nueve propuestas diarias con efectividad?

AIDA propone el uso de un asistente virtual personalizado que ayude a los legisladores a digerir la información y puedan así emitir una opinión que se ajuste a los valores e ideas de cada uno, mediante una plataforma virtual abierta y con acceso para todos los ciudadanos, evitando con esto cualquier manipulación.

Estamos hablando de una “democracia aumentada” donde sean tomadas en cuenta las ideas de cada ciudadano según el asistente virtual de cada legislador, en lugar de un político que represente a muchas personas bajo sus criterios que pueden ser no tan fieles a sus representados. Es decir, un “Congreso avatar”.

Los asistentes virtuales tendrían las preferencias de cada persona, con lo cual representarían de forma más precisa a los ciudadanos. Tendrían la capacidad de votar, pero no de escribir leyes. Los políticos seguirían creando sus proyectos de ley, para después probarlos en el “Congreso avatar” sin el enorme costo de las encuestas y con un nivel de participación mucho mayor.

El proyecto AIDA está en pláticas con varios países, donde hasta el momento se habla de una gran resistencia de los políticos. ¿Resistencia debido al miedo a estar controlados? No sabemos, pero si en Tokio tal cantidad de personas votaron por un robot, tendríamos que pensar en quién confiamos más, en un político o en una máquina.

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Después de escuchar este periodismo de vida, te pregunto: ¿Consideras viable un “Congreso avatar” en México? ¿Aprobarías una medida así para modificar nuestro actual sistema de gobierno?

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