Mirándose en el espejo, aquel hombre de 72 años contempla su rostro. Piensa que la edad es sólo una consecuencia de vivir, de viajar por el mundo, de conocer tanta gente.
Piensa que son muchos años de levantarse temprano, pero también muchos años de hacerlo con gusto, con entusiasmo. Y esta mañana no es la excepción.
A sus 72 años, esa cara reflejada en el espejo no está marcada por líneas de expresión, no ha manchado de blanco su cabello, las patillas, ni el bigote que lleva desde varias décadas atrás. Incluso antes de que los hipsters lo pusieran de moda con ese mismo estilo.
A través de aquellos anteojos, Patch ve en ese espejo a un hombre que no ha envejecido.
Pero él no está contemplado lo que tú o yo podríamos mirar. Porque para nosotros, las arrugas y el cansancio serían evidentes. Para Patch lo único que existe en ese espejo es la imagen de un hombre que es feliz para dar felicidad a los demás.
La historia de Patch comenzó un 28 de mayo de 1945, en Washington. Nació en un hospital y, sin saberlo, gran parte de su vida la pasaría en hospitales. No como un paciente, sino como un médico muy especial, un médico que curaría lo que más necesita sanar un enfermo: su alma cansada por los dolores físicos y los tratamientos invasivos.
Hijo de un oficial del ejército de Estados Unidos, que murió en Alemania cuando Patch apenas era un adolescente, su juventud estuvo marcada por el abuso de sus compañeros en el colegio. Lo que hoy conocemos como Bullying.
Como consecuencia de esto, Patch era infeliz y se convirtió en una persona con tendencias suicidas. Fue hospitalizado tres veces durante un mismo año por querer terminar con su vida.
En 1963 su madre lo llevó a un hospital psiquiátrico. En ese lugar, Patch se encontró con Rudy, un hombre que sufría alucinaciones, temeroso de las ardillas, alérgico al pasto y que comía papel higiénico.
A diferencia de los médicos de aquel hospital que ignoraban a Rudy, Patch prefirió jugar con él para que dejara de tener miedo. Fue así como descubrió que la diversión y el buen humor también podían generar un beneficio en los enfermos. Al salir del psiquiátrico decidió que ya no intentaría matarse.
Después de terminar la secundaria, Patch se inscribió en la Universidad de Virginia Commonwealth, donde obtuvo el título de Doctor en Medicina, en 1971. En esa época, comenzó a soñar con un lugar donde los pacientes pudieran ir sin tener que pagar, un lugar amistoso, alegre. Donde nadie tuviera miedo, como los hospitales, que asustan a muchas personas.
Ahora, mirándose en el espejo, Patch se acomoda los anteojos y abotona el cuello de su camisa holgada de colores chillantes. Ajusta una nariz roja de plástico, que coloca sobre su propia nariz. Y camina por los pasillos de aquel hospital, de uno de los tantos países que visita cada año. Decidido a curar a los enfermos con lo que lo ha convertido en el médico más famoso del mundo: la risoterapia.
Desde 2007, Patch Adams, el médico de la risa, visita México para impartir sus conferencias en el Congreso Mundial de Estudiantes de Medicina, en Cancún.
El hombre que fue considerado como un loco soñador, hoy en día es uno de los médicos más reconocidos porque no sólo ha demostrado que efectivamente la risa contribuye a mejorar el estado emocional de los enfermos, sino que también influye en la parte biológica.
¿Cuántos de ustedes que me escuchan, cuando han estado enfermos y van al médico, han recibido una receta donde dice: reír por 5 minutos cada 8 horas? Creo que ninguno, ¿verdad? ¿Y saben que una indicación tan sencilla, y aparentemente absurda, podría en efecto mejorar su salud?
Sigmund Fred atribuyó a las carcajadas la cualidad de eliminar de nuestro organismo la energía negativa. Algo que ya se demostró científicamente al comprobarse que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos un segundo después de comenzar a reír.
La primera vez que empezamos a reír es más o menos a los 4 meses de edad. El cerebro emite una orden que origina la segregación de endorfinas, en la corteza cerebral. En ese lugar donde se ubica también la creatividad y la capacidad para pensar en el futuro próximo.
Conforme crecemos, adquirimos madurez, pero perdemos la espontaneidad de dejarnos llevar por la risa, de ver el lado positivo y cómico de lo que nos ocurre en la vida. Porque sí, aunque hay aspectos negativos, no me van a decir que no hay también muchas cosas graciosas que pasan a diario y que la mayor parte del tiempo ni pelamos por estar estresados, con caras largas, todos amargados.
La solución a muchos de nuestros males emocionales, pero también físicos, está en reírnos. Reírnos de la vida, reírnos de los problemas, reírnos de nosotros mismos.
Pero como les dije, si no me quieren creer a mí, créanle a los científicos que han hecho cientos de estudios sobre la risa y el buen humor, y que han comprobado todos los beneficios de la risa.
Por ejemplo…
¿Saben cómo luchar contra el insomnio? Riendo a carcajadas.
¿Saben cómo prevenir los infartos? Riendo a carcajadas. Sí. Porque los espasmos que se producen en el diafragma cuando reímos fortalecen los pulmones y el corazón.
Bueno, hasta podemos ahorrar en cremas para las arrugas con la risa. Porque tiene un efecto tonificante en la cara. Lo cual es un doble beneficio para nosotras las mujeres, que nos encanta vernos jóvenes y al mismo tiempo ser atractivas con ese brillo que la felicidad nos da en el rostro.
La risa genera endorfinas en nuestro cuerpo, que es lo mismo que si nos tomamos un analgésico para el dolor. Reduce la presión arterial. Refuerza el sistema inmunológico y nos enfermamos con menos frecuencia. ¿Han notado esto en las personas que conocemos? En esos amigos o familiares que se la pasan riendo, haciendo chistes. ¿Han notado que son personas que se enferman muy poco?
Reír a carcajadas provoca que vibre toda la cabeza y se despejen la nariz y el oído. También mejora la digestión, por las contracciones de los músculos abdominales. Mejora la respiración.
Pero también ayuda a nivel psicológico, eliminando el estrés y la depresión. Cuando reímos estamos incrementando la autoestima, la confianza en uno mismo. La risa combate miedos, fobias, timidez. Permitirnos reír facilita la comunicación con otras personas, expresamos emociones y favorecemos la existencia de lazos afectivos. Reír nos ayuda a potenciar la creatividad y la imaginación.
Hoy te invito a dejar el estrés a un lado. A que te des la oportunidad de disfrutar de la vida, a darte permiso de ser feliz. Pruébalo aunque sea por un día. No me creas, mejor compruébalo y date cuenta de lo increíble que puede ser esta vida si reímos más y nos preocupamos menos.
Vamos a hacer una prueba. Hoy, todos, vamos a ser felices, vamos a reír a carcajadas cuando nos esté ganando el estrés. Cuando estemos atrapados en el tráfico. Cuando vayamos en el transporte público y nos avienten. Cuando lleguen los hijos a decirnos que necesitan dinero. Cuando el compañero de trabajo nos haga caras porque se levantó de malas. Cuando el jefe nos encargue más trabajo. Cuando el novio o la novia llegue media hora tarde.
Vamos a reírnos. Verás que a pesar de que la vida está llena de problemas, también nuestra actitud es importante. Porque sólo tenemos dos opciones ante las dificultades: O las sufrimos y nos enfermamos. O las enfrentamos con buena actitud y gozamos la vida.
Hoy, como todos los días, te digo que en México, somos más los buenos. Y también somos más los que queremos ser felices.