El bolero mexicano

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Estela duerme plácidamente, en su cara se reflejan los 20 años de matrimonio al lado de Pedro, ese hombre que conoció en la preparatoria y de inmediato supo que sería el amor de su vida. Se casaron a los dos meses de graduarse y al terminar sus respectivas carreras tuvieron al primer hijo, Jorge. Después llegó Nico y al final Estefanía.

Este jueves se cumplen 20 años desde aquella ocasión en que Estela y Pedro se juraron amor frente al altar y frente a todos sus amigos y familia. Hoy, con los primeros rayos del sol asomándose por entre los volcanes, Estela duerme con esa tranquilidad por saber que tiene una familia maravillosa.

De repente, el sonido de guitarras y maracas interrumpe el sueño de Estela, quien se despierta sobresaltada y cuando busca a Pedro en la cama se da cuenta que no está. Al darse vuelta para mirar el reloj, se sorprende al ver que apenas son las 6 de la mañana. No es normal que Pedro se levante a esta hora.

Como si se tratara de una carrera de caballos, Jorge, Nico y Estefanía entran corriendo a la habitación de su mamá y se trepan en la cama, gritándole:

-“¡Mamá, mamá! ¿Ya viste? ¡Papá te trajo un trío y está cantando con ellos!”

Estela se levanta como impulsada por un resorte y se asoma a la ventana. Al ver a Pedro con el trío musical, no puede ocultar una enorme sonrisa y un par de lágrimas que resbalan por sus mejillas. Pedro le manda un beso desde el jardín, mirándola con ese mismo amor de cuando se conocieron.

Jorge, como muchos adolescentes de 15 años, mira a su mamá con rareza y comenta con ingenuidad:

-“¿Y como por qué un trío? Eso ya está muy pasado de moda”.

Estela voltea y contesta a su hijo con cariño:

-“El romanticismo nunca pasa de moda. ¿Y sabes por qué están cantando esa canción precisamente? Porque con ese bolero tu papá me pidió que me casara con él, hace 20 años, con un trío y en medio de un restaurante precioso al que me llevó.”

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Jorge, Nico y Estefanía miran conmovidos a su mamá, bajan de la cama y corren a abrazarla. Mientras, en el jardín se escucha la voz de Pedro cantando:

-“Somos novios… pues los dos sentimos mutuo amor profundo…”

En el periodismo de vida de hoy, la historia de Estela y Pedro que te conté habla no sólo del amor que muchas personas encuentran desde muy jóvenes y que puede perdurar a través de los años, sino también de cómo hay momentos que permanecen grabados en nuestros recuerdos gracias a una canción, a un bolero.

¿Y por qué un bolero? Porque, como dice Estela, el romanticismo es algo que no pasa de moda, que nos llega a todos, directo al corazón y a al estómago cuando nos enamoramos. Tal vez luego se nos pasa, pero ese momento especial en el que nos dedican una canción o en el que hacemos nuestra una canción, queda para siempre en nuestra vida.

Pero, ¿cuántos de los que me escuchan hoy en ¡Qué tal, Fernanda! saben que el bolero en realidad viene de Cuba? Así es. El primer bolero que se compuso en el mundo fue Tristezas, de Pepe Sánchez, en el año de 1883. Y fue este mismo el primero en grabarse y conocerse en México el 5 de julio de 1907, con el dúo mexicano formado por Abrego y Picazo.

Ahora, ¿por qué parece que el bolero fuera más mexicano que cubano? Porque Tristezas no tiene el característico “cinquillo” que le imprime un sello santiaguero a las composiciones musicales de la isla cubana. 

Pero el bolero cubano que alcanza mayor popularidad en México es Si llego a besarte, de Luis Casas Romero. Esta canción se graba en Estados Unidos por el dúo de Floro Zorilla e Higinio Rodríguez, de marcado estilo trovador y que son los primeros en grabar sus voces en cilindros de cera y luego en discos de pasta negra de 78 revoluciones por minuto.

Desde ese momento, el bolero cubano se queda en el gusto de los mexicanos y se instala con fuerza en la región más cercana a Cuba, en la península de Yucatán, donde cobra un aire melódico nacional y es así como surge el “bolero yucateco”. El dúo de Domingo Casanova y Osvaldo Estivil popularizan el primer bolero de este tipo, titulado Ella.

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Yucatecos también: José Martínez compone Beso de muerte, y el mítico Guty Cárdenas da a conocer obras que se vuelven célebres. Para 1930, el bolero cubano Aquellos ojos verdes se convierte en un fenómeno, original de dos cubanos: el pianista Nilo Menéndez y el tenor Adolfo Utrera. 

Al mismo tiempo, en Cuba también se conocen boleros creados y cantados por mexicanos, como por ejemplo: Los Hermanos CastillaJosé Ángel y Miguel ÁngelLos Cuates Castilla, de quienes se conoce aún Cuando ya no me quieras. Digamos que durante el siglo 20, México y Cuba continúan intercambiándose creadores e intérpretes de boleros.

Recordemos al trovador Alberto Villalón, que llega a México en 1905. Y a Miguel Matamoros que aparece con el trío en 1929. El inmortal Benny Moré llega de Cuba en 1945 con el Conjunto Matamoros, hasta que se independiza y se consolida con la orquesta de otro gran músico cubano radicado en México: Dámaso Pérez Prado.

En Cuba el Trío Los Panchos y Toña La Negra inundaron la isla con sus boleros mexicanos, tanto en las vitrolas de los bares como en la radio. En este intercambio musical, no podemos olvidar a los cubanos José Antonio Méndez, César Portillo de la Luz, Elena Burque, Ernesto Lecuona y el genial Ignacio Villa “Bola de Nieve”.

Obviamente, muchos boleros hicieron historia en voz de grandes figuras mexicanas como Jorge Negrete, Javier Solís, Álvaro Carrillo, Pedro Vargas, María Greever, José Alfredo Jiménez, Armando Manzanero, y muchos otros.

Hoy te pregunto, ¿qué bolero recuerdas o relacionas con un momento o alguna persona importante en tu vida? Cuéntame, ¿cuáles son los boleros que más te gustan? Escribe a las redes sociales de QTF y comparte tus opiniones.

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