Al parecer la famosa cuesta de enero ya no sólo consiste en la difícil compensación de los excesos de las fiestas navideñas y la normalidad que debe recobrarse en los hogares después de las cenas, festejos y regalos. Tampoco se trata de tenerla más difícil por haber aprovechado las rebajas de fin de temporada. Ahora, gasten o no con motivo de fin de año, las familias resienten cada vez más los efectos de una desestabilidad económica a gran escala que encarece el costo de vida, mermando su capacidad adquisitiva y agotándola al grado de empezar en ceros el año nuevo.
Diversos analistas financieros ya auguran la cuesta de enero más difícil de la década. Resultado del efecto dominó desencadenado por la victoria de Donald Trump y la incertidumbre financiera que vino con ello. Ficha a ficha se ha ido construyendo la debacle; primero por el aumento del IEPS a los combustibles; el incremento de las tarifas del transporte público previsto para la segunda quincena de enero, seguido del aumento a productos de la canasta básica derivado del aumento del costo a los canales de distribución.
El derrumbe de fichas continua con la aumento en el precio del gas LP, que también subirá este mes de enero sin tener mayores variaciones a lo largo del año. Caso contrario lo señalado por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que anunció que este mes subirán las tarifas de luz para la industria, servicios, comercios y usuarios de alto consumo, alzas que continuarán mes a mes, por lo menos hasta agosto.
Para culminar con broche de oro, y alentar el desasosiego internacional, ayer se anunció la cancelación de una inversión de mil 600 millones de dólares para la planta Ford en México, todo derivado de las amenazas prohibicionistas de Donald Trump; seguido de la duda que genera para nuestro mercado que el magnate estadounidense plantee alguna otra idea descabellada que afecte aún más las ya golpeadas cifras macroeconómicas.
De acuerdo con datos de la Cámara de Comercio Servicios y Turismo en Pequeño de la Ciudad de México (Canacope Servytur), la cuesta de enero de este año “será la más difícil de los últimos diez años”, por lo cual, los analistas la han calificado como “megacuesta”, pues además de pronunciada, podría prolongarse incluso hasta el mes de marzo y otros tantos auguran que hasta junio.
Esto significa que el aumento de 7 pesos al salario mínimo que entró en vigor también a partir de este año, será insuficiente para costear la vida, resultado del encarecimiento de todos los servicios y de un efecto inflacionario que se espera alcance 4 por ciento.
Todo esto, tendrá un impacto directo en el consumidor final, si tomamos en cuenta que de acuerdo con el Centro de Análisis Multidsciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de México (UNAM), la Canasta Alimenticia Recomendable, que incluye alimentos para una familia de dos adultos y dos menores en 2016, tuvo un costo de 218.06 pesos al día, lo que indica que el trabajador apenas puede adquirir 33 por ciento de ella.
Este 2017 estará afectado por la disminución del poder adquisitivo de la población. El alza de la gasolina, el encarecimiento de servicios como transporte, salud y alimentos de la canasta básica, son una jugada (puñalada) en contra de los que siempre pagan, la clase media y baja. Es mi opinión…