La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que las farmacéuticas “están obligadas” a seguir entregando medicamentos al gobierno, incluso si existen adeudos millonarios.
La declaración desató críticas: mientras hospitales públicos enfrentan desabasto crónico, el gobierno pretende que las empresas actúen como benefactoras forzadas.
El doble discurso es evidente: se habla de salud pública, pero se ignora la cadena de pagos rota.
Farmacias vacías, pacientes sin tratamiento y laboratorios que ya no pueden sostener el suministro sin recibir un peso.
Sheinbaum culpa a las farmacéuticas por el desabasto, pero olvida que la responsabilidad es del Estado, no de las empresas que dejó de pagar.
Prometer bienestar sin pagar lo que se debe no es justicia social, es negligencia disfrazada de moral.