La presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que la salida de Alejandro Gertz Manero de la Fiscalía General de la República fue un acuerdo mutuo y parte de un “cambio de etapa” en la institución. Según su versión, no hubo tensión, resistencia ni diferencias, y el exfiscal aceptó sin objeciones su nueva asignación diplomática. Pero las preguntas que evadió dejan más dudas que certezas.
Durante su conferencia en Palacio Nacional, Sheinbaum aseguró que el ciclo de Gertz “simplemente concluyó”, y que ahora inicia otro periodo en la FGR. Agradeció su trabajo, ofreció reconocimiento público y evitó cualquier señal de ruptura. Sin embargo, en ningún momento explicó la razón real de su salida ni por qué su administración decidió enviarlo como embajador.
Al ser cuestionada directamente sobre el motivo para ofrecerle un cargo diplomático, la presidenta respondió que se trataba de un cierre natural de funciones. Y cuando la prensa insistió sobre si Gertz se resistió a dejar la Fiscalía, Sheinbaum fue tajante: “No hubo resistencia. Él acepta irse a una embajada”.
Nada más. Ni una justificación adicional, ni una aclaración sobre cuál será su destino.
La respuesta generó más interrogantes, pues Gertz Manero abandona la institución en medio de críticas severas a su gestión, investigaciones polémicas, tensiones internas, filtraciones y cuestionamientos sobre su manejo de casos de alto impacto. La narrativa oficial contrasta con el contexto real: un fiscal bajo presión política, con desgaste público y enfrentado a reclamos por falta de resultados.
Pese a ello, la presidenta insistió en proyectar una transición tersa. “Mi respeto y reconocimiento al fiscal”, reiteró, sin responder las preguntas sobre qué llevó al gobierno a retirarlo del cargo antes de terminar su periodo ni qué cualidades lo hacen idóneo para desempeñar una embajada.
Sobre el país al que será enviado, Sheinbaum pidió “no comer ansias”, esquivando de nuevo la explicación. La opacidad en torno a su salida deja la impresión de que la presidencia pretende cerrar el capítulo rápidamente y evitar profundizar en las razones detrás de una renuncia que, oficialmente, nadie pidió, pero que llega en un momento político delicado.
Mientras el Senado se prepara para formalizar la nueva etapa en la FGR, la versión presidencial busca imponer una narrativa de normalidad. Pero la salida repentina de Gertz, su premio diplomático y las evasivas del gobierno continúan alimentando cuestionamientos sobre lo que realmente ocurrió al interior de la Fiscalía.

