El Vaticano vivió una jornada de profunda solemnidad con el traslado del féretro del Papa Francisco desde la capilla de la Casa Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro. La ceremonia fue presidida por el cardenal Kevin Joseph Farrell, camarlengo de la Santa Romana Iglesia, quien ofreció una oración llena de esperanza y gratitud.​

“Al dejar ahora esta casa, demos gracias al Señor por los innumerables dones que Él otorgó al pueblo cristiano a través de su siervo, el Papa Francisco. Le pedimos que, en su misericordia y bondad, le otorgue al Papa fallecido un hogar eterno en el reino de los cielos, y que consuele con esperanza celestial a la familia papal, a la Iglesia de Roma y a los fieles de todo el mundo”, expresó Farrell.​

La oración culminó con una invocación a Cristo: “Quien vive y reina por los siglos de los siglos”

Tras la oración, el féretro fue trasladado en procesión, acompañado por cardenales y la Guardia Suiza, mientras las campanas del Vaticano resonaban en señal de duelo. La procesión avanzó por la Plaza Santa Marta y la Plaza de los Protomártires Romanos, ingresando a la Basílica de San Pedro por la puerta central.

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El ataúd fue colocado ante el Altar de la Confesión, cerca de la tumba de San Pedro, donde permanecerá expuesto hasta el viernes 25 de abril para que los fieles puedan rendir homenaje al pontífice.

Un funeral acorde a su legado

El funeral del Papa Francisco se celebrará el sábado 26 de abril a las 10:00 a.m. en la Plaza de San Pedro, presidido por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio. Siguiendo los deseos del pontífice, su cuerpo será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en una tumba sencilla, rompiendo con la tradición de sepultar a los papas en las criptas vaticanas.

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Francisco también dispuso que su ataúd fuera de madera con interior de zinc, sin el tradicional catafalco ni báculo papal, reflejando su compromiso con la humildad y la sencillez.

La oración del camarlengo Kevin Farrell y el posterior traslado del féretro marcan el inicio de las exequias del Papa Francisco, una figura que dejó una huella imborrable en la Iglesia Católica y en el mundo entero.

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