¿Quién dijo que vivir en un asilo no te daba libertad de vivir como quieras?
La imagen clásica de un asilo de personas de la tercera edad es la de un lugar aburrido, silencioso y tranquilo. Ese es un cliché que se rompe en la residencia Hebrew Riverdale en el Bronx de Nueva York, Estados Unidos.
En ese lugar, los encargados no solo permiten que los residentes mantengan relaciones sexuales entre ellos, sino incluso lo alientan. Por ello, iniciaron un servicio de citas.
Una de las interesadas en este servicio es Francine, una viuda desde hace años que confía en encontrar una pareja con quien pasar sus días a la orilla del río Hudson.
“No quiero pasar el resto de mi vida sola. Me interesa la intimidad física, pero también encontrar a alguien que me estimule intelectualmente. Ya hay gente buscando por mí”, dijo en entrevista para la agencia EFE.
Quien se encargará de la logística del primer encuentro será la directora de servicios sociales de la residencia, Charlotte Dell: “preparamos una cena romántica junto al río, con flores frescas y con velas, todos nos ilusionamos ya mucho”.
Explicó también que una cita entre adultos mayores no es tan diferente como las que tienen los adolescentes. Y es que esa es una imagen estereotipada entre la sociedad conservadora de Estados Unidos, y en la mayor parte del mundo.
Así lo supo Daniel Reingol, consejero delegado de RiverSprin Health y encargado del lugar que rompió las reglas desde 1995. Según relata, se dio cuenta que había una “necesidad por cubrir” en el lugar en cuanto a las relaciones sexuales de los residentes.
“Existe un conservadurismo en este país que lleva a cierta incomodidad a la hora de ver a la gente mayor haciendo cosas tan naturales como el sexo. El amor no tiene edad. A menudo la gente se casa por una estabilidad económica o para crear una familia. A esta edad hay menos necesidad de dar ese paso”, apuntó.
Para mayor seguridad de los residentes, se tienen programas y métodos de protección contra enfermedades de transmisión sexual -como condones-, además de estimulantes para tener sexo, -como el Viagra-.
Además se cuenta con psicólogos que atienden a todos los habitantes del centro.
“Cuando llegas a cierta edad parece que todo gira en torno a la pérdida. Pero no tienen por qué renunciar a la intimidad sexual ni al amor. Que alguien se enamore de otra persona y se levante cada día con esa motivación y deseando verle en el comedor o en cualquier sitio, es algo simplemente maravilloso”, apuntó Reingol.
Con información de EFE y Milenio