El Movimiento Naranja: la viralización a costa de la infamia

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El fenómeno de Movimiento Naranja está en el límite entre el éxito rotundo y la burla que el mexicano puede hacer caber en cualquier lugar.

No queda duda de que el spot de Movimiento Ciudadano es el más exitoso en lo que llevamos de (pre) campañas, si nos regimos por la premisa de que no hay publicidad mala. Pero sólo dentro de este supuesto se trata de un éxito.

La realidad es que lejos de generar empatía, el jingle ha levantado toda clase de sorna, incluyendo críticas por supuesta explotación infantil –que el INE tuvo que desechar al contar con un permiso firmado por el padre de Yuawi.

El discurso se ha centrado en cómo cargar aún más el tren del mame, y no en “el mensaje” que supuestamente contiene el spot. Lo que sí es innegable es que la canción funciona como sanguijuela mental. De esas que se aferran a tu subconsciente con uñas y dientes y que justo cuando comienzas a ser capaz de dejarla ir, vuelve a colarse hasta tu pantalla.

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El que está contento –incluso más que Dante Delgado- es el papá de Yuawi, el niño que interpreta tan distinguida melodía, pues ahora han dado a conocer a su agrupación El Venado Azul y hasta han anunciado el lanzamiento de su disco, gracias a la viralización de su hijo como un meme, y no como cantante o como embajador de un mensaje político relevante.

Y de darle rostro a la comunidad indígena ni hablemos, pues este tema no sólo no forma parte de la agenda del partido político que la canción representa, sino que ahora lejos de encarnar la música de origen huichol, Yuawi ya puede ser visto “bailando” EDM:

Si verdaderamente pudiéramos apreciar a Yuawi como un niño trabajador –uno de los 3.6 millones de niños que trabajan en nuestro país, según el INEGI-, carismático y que idolatra a Vicente Fernández, al menos habría una arista en la que esta campaña habría triunfado, construyéndole una carrera artística. Lo que lamento, es que es sumamente probable que se quede como un fenómeno viral de esos que a diario son olvidados en las redes sociales.

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La próxima vez que aparezca frente a tus ojos un video, meme o remix de este hitazo -porque lo hará-, plantéate que podrías estar riendo no de un niño indígena que trabaja, no de un partido político cuya relevancia es la del propio meme, mucho menos de una canción… te estás riendo de la realidad de nuestro país. Igual que todos. Porque al final del día, así vivimos… entre no saber si reír o llorar.

Y ahora, un meme:

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