Inmunología, alergia y ejercicio

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Los seres humanos somos producto de múltiples eventos inflamatorios, que a través del tiempo y desde el origen se llevaron a cabo en los organismo unicelulares, después en los pluricelulares, llegando a desarrollarse hasta su constitución actual con dos equipos de defensa o uno dividido en dos partes inmunidad innata e inmunidad adaptativa, lo que nos permite sobrevivir y que también es parte del proceso de destrucción o de vulnerabilidad como ocurre en los casos de canse producto de un proceso inflamatorio crónico o las infecciones por virus que destruyen la respuesta inmunológica como en el SIDA.

Tomar en cuenta la respuesta inmunológica es darse cuenta de donde parte el origen del equilibrio en los seres vivos para su supervivencia y sustentabilidad (capacidad de mantenerse a si mismo en equilibrio sin ayuda exterior y sin agotar los recursos disponibles).

Hablar de ejercicio resulta controversial e incluso hasta podríamos considerarlo un tabú, esto debido que a la fecha hasta más del 50% de la población mexicana es catalogada como sedentaria, y como consecuencia de ello tenemos un incremento en la mortalidad, así como en el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y neoplásicas. Pretextos para justificar nuestro sedentarismo existen muchos y ahora hablaremos de uno de ellos, “mi alergia me lo impide” y “mis defensas son débiles y no quiero exponerme a gérmenes”.

Empezaremos comentando un dato relevante que seguramente no conocías: nuestras defensas y la efectividad de nuestro sistema inmunológico se incrementan de un 15-25%  con la actividad física, ¿qué quiere decir esto? que si eres activo simplemente tu inmunidad aumenta, ¡maravilloso conocimiento! porque con ello disminuye la posibilidad de padecer infecciones, pero además disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades crónico degenerativas como la diabetes, hipertensión arterial, así como alteraciones de los lípidos en la sangre. Por otro lado, con esta modificación del sistema inmunológico, disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades neurodegenerativas como la demencia (Alzheimer); y por otro lado, no por ello menos importante, se ha visto que con estos cambios de la inmunidad, se disminuye el riesgo de desarrollar tumores, (principalmente aquellos dependientes de hormonas), así como el menor crecimiento de los tumores.

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¿Pero cómo se desarrollan estos beneficios? Pues mediante mecanismos antinflamatorios que desarrolla nuestro cuerpo, uno de ellos es mediante la reducción de la grasa visceral así como al aumentar la expresión de sustancias llamadas interleucinas. Se ha demostrado que después de una sesión de ejercicio de 30 minutos,  incrementan las células que nos ayudan a defendernos de los procesos infecciosos, estas células son los leucocitos, monocitos y linfocitos que en conjunto ayudan a formar defensas y eliminar elementos bacterianos; además tras la realización de ejercicio aumenta la expresión de receptores para identificar bacterias y atacarlas. También existe un incremento de un anticuerpo que predomina en las mucosas, llamada Inmunoglobulina A que ayuda a prevenir efectos infecciosos de vías respiratorias altas.

Por si fuera poco se ha demostrado que si uno se mantiene activo y realiza sesiones de ejercicio durante al menos 6 meses, existe menor probabilidad de deterioro del sistema inmunológico, los efectos antinflamatorios son más efectivos y se dan modificaciones en unas sustancias llamadas micro-RNA, que son las encargadas de generar cambios en distintos órganos y sistemas. Así mismo se ha relacionado que el realizar 30 minutos de actividad física diaria incrementa los niveles de metilación del DNA, esto quiere decir que si existen modificaciones en la expresión de ciertos genes asociados a malignidad o lesión de órganos, por este mecanismo llamado hipermetilación de genes, se silencia la respuesta dañina de nuestro organismo y con ello condiciona un menor riesgo de padecer enfermedades crónico degenerativas, cáncer, infarto y demencia.

Es así como también en las enfermedades alérgicas, que son una alteración de nuestra inmunidad, se logra establecer una mejoría de las condiciones generales, ya que disminuye el estado de inflamación y se controla más fácilmente la alergia. Sin embargo, en este sentido es muy importante que identifiques las condiciones que pueden desencadenar una agudización de tu enfermedad alérgica como sucede en la rinitis y el asma, ya que condiciones extremas en el clima pueden agudizar tu enfermedad y de este modo puedas confundir o echarle la culpa al ejercicio cuando en realidad son otras condiciones las que generan exacerbación de los síntomas, entre ellas, como lo mencionamos es el clima extremo, lugares con gran cantidad de polvo o sitios donde la carga de pólenes es mayor, en este caso puedes sentir nariz tapada, tos, silbido de pecho, comezón en nariz, oídos y garganta; todas estas manifestaciones son propias de la alergia, pero nunca debidas a la actividad física o el ejercicio.

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Por otro lado también debemos identificar otros padecimientos que si están relacionados con el ejercicio como lo es la llamada bronco-constricción inducida por ejercicio, que se caracteriza por presentar tos, falta de aire e incluso silbidos de pecho posterior a una jornada de actividad física,  sin embargo esta condición tampoco debe ser motivo para que no realices ejercicio, ya que existen tratamientos exitosos y fáciles de llevar; y con ello logres los grandes beneficios de mantenerse activo. Otras condiciones frecuentes que llegan a suceder, son problemas asociados a disfunción de cuerdas vocales y la aparición de ronchitas con la exposición al sudor, todos ellas de fácil tratamiento médico.

Es así como hemos mencionado solo algunos aspectos de los beneficios de la actividad física y el ejercicio en nuestro estado inmunológico y en las alergias, recomendando siempre llevar una rutina que inicie de leve a moderada intensidad, evitar entrenamientos excesivos ya que estos también son deletéreos para el organismo, principalmente aquellos que demandan una actividad física extenuante y por períodos mayores de 2.5 horas,  por lo que siempre debes asegurar un descanso y recuperación completa de tu jornada de ejercicio y el complemento de esto siempre será un estado nutricional óptimo con horarios regulares en la toma de alimentos, preferir verduras y frutas a los alimentos procesados, hidratación óptima con agua natural  y un aporte proteico racional.

 

Dr. Carlos Lenin Pliego Reyes
Hospital Angeles Acoxpa
Dr. Alejandro Cárdenas Cejudo
Hospital Angeles del Pedregal

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