Seis de la mañana, suena el despertador… Francisco se levanta y aún medio dormido, abre su computadora portátil. Nunca la apaga y lo primero que aparece es su Facebook.
Hoy es un día especial y espera que sus más de 856 amigos lo sepan. Y si no, los recordatorios automáticos de Facebook lo harán.
Como lo pensaba, ya tiene más de 48 felicitaciones. Las cuales aumentan durante todo el día. En twitter también hay varias etiquetas donde le desean un feliz cumpleaños. Por desgracia, en instagram no sucede lo mismo. Pero no importa. Francisco se la pasa todo el día revisando si tiene notificaciones nuevas.
En la oficina, sus compañeros de trabajo le organizan una pequeña celebración. Algo de comida rápida, bebidas y un pastel. Pero Francisco no deja de revisar su celular. Ya son más de 149 mensajes y comentarios.
De camino a su departamento, el celular se queda sin batería. Apresura al conductor del taxi para que llegue lo más pronto posible. Lo primero que hace al entrar a casa, es conectar el celular y abrir la computadora. Una de las publicaciones nuevas se trata de un video animado, donde una familia y amigos cantan feliz cumpleaños a un niño frente a un inmenso pastel.
En ese momento, Francisco se da cuenta que durante todo el día se la pasó recibiendo felicitaciones en redes sociales, pero que sus amigos en la vida real no lo hicieron… ¿En la vida real? Claro, otro pensamiento llega a su mente: A pesar de los 856 amigos en Facebook, sus 367 contactos en Twitter y los casi 300 seguidores en Instagram, no tiene amigos en la vida real…
Tal vez esto no representa un problema para la mayoría de los que crecimos sin estas aplicaciones. Pero los más jóvenes, sobre todo los adolescentes, han cambiado muchas de sus actividades en el mundo real por una vida en el universo cibernético de las redes sociales.
Tal es el impacto que han provocado Facebook, Twitter o Instagram a nivel mundial, que la Sociedad Real de Salud Pública en Reino Unido realizó diversos estudios basados en encuestas a jóvenes de entre 14 y 24 años, quienes valoraron cómo las principales redes sociales han afectado su vida desde que comenzaron a utilizarlas.
Los resultados demostraron que muy pocos adolescentes estarían dispuestos a dejar de usar las redes sociales, a pesar de que en la mayoría de los encuestados han llegado a causar depresión, ansiedad, insomnio e inseguridad física. Siendo Instagram la que se destacó como la más dañina, seguida por Snapchat y Facebook.
Y es que la adicción a las redes sociales en un joven puede llegar a afectar su salud mental de manera delicada, principalmente en tres aspectos: la calidad del sueño, la imagen corporal y el ciberacoso.
El acceso a las redes sociales se ha simplificado tanto, que se puede entrar a ellas casi desde cualquier dispositivo. Y esto empeora aún más con las constantes notificaciones, que provocan que a los jóvenes les cueste mucho trabajo quitar la vista de la pantalla del celular o la tablet.
Incluso, varios estudios a nivel mundial han comprobado que muchos de los problemas de insomnio ligados a menores de 30 años, son provocados por las luces LED de los celulares, pues interfieren con los mecanismos cerebrales que producen la melatonina, mejor conocida como “la hormona del sueño”.
En estas encuestas, uno de cada cinco jóvenes confesó despertarse frecuentemente durante la madrugada con ansiedad por revisar sus notificaciones. Situación que afecta los hábitos para dormir y puede generar casos de depresión y problemas físicos a temprana edad, como presión alta, diabetes y obesidad.
Los casos de inseguridad por imagen física también han aumentado. Redes sociales como Instagram muestran todo tipo de fotografías que contribuyen a que los jóvenes se comparen y demeriten la opinión que tienen de sí mismos, hasta el punto de generar obsesión por imitar apariencias físicas o recurrir a la cirugía plástica.
Facebook resultó líder en el tema de ciberacoso y tendencias en la práctica de bullyng juvenil. Muchas de las redes sociales donde se han dado estos casos aseguran tener mecanismos para combatirlo, pero la realidad es que encuestas realizadas por Bullyng UK demostró que en el 91% de los casos donde jóvenes habían reportado episodios de ciberacoso, no se les brindó solución alguna.
Esto comprueba que todos estamos expuestos las 24 horas de día a las aplicaciones que pueden volverse peligrosas si no sabemos manejarlas adecuadamente.
Sin embargo, el mundo cibernético también puede ofrecer beneficios si se usa de manera responsable. Se ha comprobado que en varios casos las redes sociales han contribuido a desarrollar sentimientos positivos en los jóvenes, incremento en la capacidad de expresarse y desarrollo de una identidad propia.
Facebook ha ayudado a que los adolescentes se sientan apoyados por gente de todo el mundo y les ha permitido crear y adherirse a comunidades con gustos en común. Youtube ha probado ser la más útil en la labor de concientizar y combatir la soledad, la depresión y la ansiedad.
Son varios los países preocupados por la salud de los jóvenes y han propuesto medidas como incluir en las aplicaciones notificaciones que adviertan al usuario que lleva mucho tiempo conectado; avisos en caso de fotografías falsas o manipuladas digitalmente; y alertas cuando se detecten usuarios peligrosos.
Sin embargo, el portavoz de la ONG británica “Mentes Jóvenes”, Tom Madders, advirtió que proteger a los jóvenes de ciertos contenidos no representará jamás una solución total.
Lo cual nos lleva a una interrogante: ¿Cómo saber que alguien de nuestra familia está en peligro o su salud esté siendo afectada seriamente por el uso obsesivo de las redes sociales?
No podemos esperar que los líderes de las redes sociales o las ONG´s resuelvan el problema. Es indispensable hacernos responsables como padres, hermanos, tíos y hasta como amigos, estar atentos a cualquier tipo de comportamiento anormal u obsesivo en nuestros seres queridos para poder detener a tiempo conductas destructivas para su salud física y mental.
Es cierto que utilizar las redes sociales representa entrar en un universo completamente distinto al mundo real, pero recordemos que la educación en familia es la mejor manera de prevenir cualquier tipo de problema. Sobre todo en la adolescencia, cuando se terminan de definir los rasgos de identidad que nos acompañarán el resto de nuestra vida.
¿Y tú, te das cuenta de cuánto tiempo del día te la pasas en las redes sociales?