La Hemeroteca Nacional de México (HNM) de la UNAM cumple ocho décadas de preservar la memoria nacional cultural, científica y popular del país a través de las publicaciones periódicas, así como proporcionar servicios de consulta oportunos, apunta el investigador del Instituto de Investigaciones Bibliográficas (IIB), Dalmacio Rodríguez Hernández.
Estos 80 años de existencia, que se conmemoran el 28 de marzo, están caracterizadas por tres etapas: la primera fue su traslado y separación de la Biblioteca Nacional para establecerse en el extemplo de San Pedro y San Pablo; le siguió su cambio, en 1979, a Ciudad Universitaria, junto con la Biblioteca Nacional, a fin de contar con espacios más adecuados a la naturaleza de las publicaciones que resguardan, con énfasis en la idea patrimonial para darles un tratamiento de preservación más cuidado.
La tercera, y más reciente, es su paso pleno hacia el ámbito digital. A partir de junio de 2021 la nueva Ley General de Bibliotecas estableció que, como parte del depósito legal, los editores del país deben entregar un ejemplar digital en la Hemeroteca. Además, el comportamiento de los usuarios cambió durante la crisis sanitaria y hoy demandan más recursos de este tipo.
El experto subraya en entrevista que la HNM sigue siendo el centro de preservación más importante de la memoria hemerográfica del país, pero debe reforzar aún más el alcance de sus servicios y fomentar la recuperación del patrimonio documental que se encuentra disperso en los estados de la República. Este objetivo implica establecer más estrategias colaborativas con los centros documentales de México y descentralizar varias de sus actividades.
En ese sentido, resalta que a la Hemeroteca se le dotará de una extensión foránea en Juriquilla, Querétaro, denominada Centro de Preservación Documental (CPD), un complejo arquitectónico proyectado para recibir publicaciones durante 25 años, el cual contará con innovaciones tecnológicas para la preservación documental con los estándares más altos y actualizados, incluido el tema de lo digital, las cuales permitirán ofrecer sus servicios presenciales en la región del Bajío y, mediante el uso de nuevas tecnologías, ampliar sus servicios virtuales a otros países.
“El proceso fue complicado, porque se trata de un nuevo edificio con características innovadoras. Por ejemplo, como medida de seguridad los depósitos contarán con un sistema supresor de oxígeno en lugar de extintores o aspersores de ciertos polvos o gases para sofocar incendios; además habrá un sistema de almacenamiento compactado con una sola estructura de estantería de piso a techo, con lo cual se aprovechará de mejor manera el espacio disponible (se tendrá capacidad para alojar alrededor de dos millones de unidades documentales)”.
También se incorporará un sistema robotizado que permitirá sacar los materiales y volverlos a colocar en su sitio en forma automatizada. Otro aspecto relevante es que se creará un área exclusiva para la preservación digital. En la actualidad, en las instalaciones de Ciudad Universitaria no se tienen todas estas funciones e infraestructura, y su aplicación representará un gran avance en materia de optimización de espacios, en reducción de tiempos destinados a las actividades de procesos técnicos y servicios, en la eficiencia de los flujos de trabajo y, lo más importante, en mejorar las condiciones de conservación de nuestro patrimonio a largo plazo, indica el universitario.
“Por otra parte, creemos que el CPD agilizará y aumentará la entrega de materiales tanto en el estado de Querétaro como en las entidades aledañas, además de que no dudamos que se convierta en modelo de preservación para otros centros documentales semejantes, como bibliotecas y archivos”, acota.
Detalla que la obra arquitectónica registra un avance de 90 por ciento, mientras que en la parte de ingeniería es de 80 por ciento, aproximadamente.
El maestro en Letras destaca que la pandemia por la COVID-19 los impulsó a realizar un ajuste rápido de los servicios; una vez superada la situación ampliamos el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, que implicó adquirir nuevos conocimientos, aunque hacerlo no fue fácil pues nuestra institución con 80 años de existencia y un acervo con más de 300 años de historia, fue diseñado para ofrecer servicios presenciales con materiales impresos.
Asimismo, añade, hubo cambios en lo relativo a la producción y circulación de publicaciones periódicas, ya que algunas se mantienen con el doble formato, es decir, impreso y digital; pero otras solo se publican en este último. En la actualidad, trabajamos con un soporte digital y otro impreso, pero en un futuro cercano tendremos que recibir, organizar y difundir mayoritariamente materiales digitales en cumplimiento de lo dispuesto en la nueva Ley General de Bibliotecas.
Hoy en día, la Hemeroteca Nacional resguarda, aproximadamente, ocho millones de ejemplares divididos en 17 colecciones. La publicación extranjera más antigua data de 1665; para el caso mexicano, la revista está fechada en 1728. El fondo antiguo abarca del siglo XVII hasta 1916, mientras que el contemporáneo comprende de 1917 a 2024.
El también académico de la Facultad de Filosofía y Letras refiere que anualmente atienden, en promedio, a 35 mil usuarios presenciales, “pero como estamos en proceso de transformación la Hemeroteca Nacional Digital de México, base de datos en la que están depositadas ocho millones de imágenes y más de mil títulos, atendió en el último año a cerca de 300 mil usuarios a distancia, con más de siete millones de páginas consultadas, lo que muestra cómo vamos transitando hacia el formato digital.