48 horas le tomó a Donald Trump manifestarse en contra del brote racista que dejó una persona muerte y una triste muestra de lo más detestable de las sociedades modernas.
En marco de marchas de supremacistas blancos y por la fuerte presión de su propia Administración y de numerosos republicanos, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, condenó al Ku Klux Klan (KKK) y a grupos neonazis: «El racismo es el mal y aquellos que causan violencia en su nombre son criminales y matones, incluyendo el KKK, los neonazis, los supremacistas blancos y otros grupos de odio que son repugnantes a todo lo que queremos en Estados Unidos», dijo Trump.
Esta crisis ha castigado a Trump. Según una encuesta, la popularidad del presidente se coloca en el punto más débil de su mandato. El ratio de aprobación general ha caído al 34 por ciento, un nivel bajo para un gobernante que no está atravesando una recesión ni una guerra.
Entre los seguidores de Trump figuran los grupos de odio como el KKK o neonazis seducidos por el discurso nacionalista del presidente y sus consignas contra la inmigración. En Estados Unidos hay registrados unos 900 grupos de odio, pero normalmente están situados en la marginalidad política. Sin embargo, ahora se muestran abiertamente.
Con información de El País