jueves, noviembre 20, 2025

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Otro político ejecutado: asesinan a Lauro Orozco, exalcalde de Ignacio Zaragoza, Chihuahua

La violencia política volvió a golpear a Chihuahua. Lauro Orozco, exalcalde de Ignacio Zaragoza y excandidato a diputado local, fue asesinado en un ataque armado mientras circulaba en su camioneta por las calles Josefa Ortiz de Domínguez, en la misma comunidad que alguna vez gobernó. El ataque fue directo, rápido y ejecutado con total impunidad, una escena que se repite una y otra vez en el país sin que el Estado logre recuperar el control.

Testigos relataron que varios hombres armados interceptaron al exalcalde y dispararon a quemarropa antes de huir sin obstáculos. Como en otros casos, no hubo detenciones inmediatas, no hay claridad sobre los responsables y tampoco existe una explicación oficial convincente. Lo que sí está claro es que la violencia criminal mantiene de rodillas a regiones enteras del país, donde autoridades municipales, exfuncionarios y líderes comunitarios viven bajo amenaza permanente.

El asesinato de Orozco no es un hecho aislado. Forma parte de una tendencia alarmante: políticos locales ejecutados en plena vía pública, con un nivel de saña que confirma que el crimen organizado opera sin freno. En Chihuahua la situación se ha deteriorado particularmente en municipios pequeños, donde la presencia del Estado es casi simbólica y las células criminales controlan territorios, economías y vidas.

Cada ejecución de una figura pública exhibe la fragilidad del sistema político y la incapacidad del gobierno para garantizar el mínimo indispensable: el derecho a la vida. El mensaje para la ciudadanía es devastador. Si un exalcalde puede ser asesinado en una calle transitada, bajo la luz del día, cualquier ciudadano está igual de expuesto.

México sigue sumando nombres, funerales y promesas vacías. La violencia política crece, mientras las autoridades insisten en discursos que no coinciden con la realidad que viven las comunidades. El asesinato de Lauro Orozco vuelve a demostrar que la inseguridad ya no es un problema aislado, sino la norma en un país donde la justicia siempre llega tarde o no llega nunca.

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