miércoles, noviembre 26, 2025

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Sheinbaum corrige a Noroña y le exige respeto hacia Grecia Quiroz, viuda del alcalde asesinado en Uruapan

La tragedia en Uruapan alcanzó un nuevo capítulo político. Tras las declaraciones del senador Gerardo Fernández Noroña, quien insinuó motivaciones políticas en la actuación de Grecia Quiroz, alcaldesa de Uruapan y viuda del presidente municipal Carlos Manzo —asesinado el 1 de noviembre—, la propia presidenta Claudia Sheinbaum Pardo salió a marcar distancia y le exigió respeto y sensibilidad.

En conferencia desde Palacio Nacional, Sheinbaum lanzó un mensaje directo, casi inusual en su relación con figuras de Morena: pidió que se tratara con humanidad a Quiroz, quien asumió el cargo apenas días después del asesinato de su esposo. En un país donde la violencia política ha dejado una estela de viudas, huérfanos y comunidades fracturadas, la reacción del senador desató indignación incluso dentro del propio oficialismo.

La presidenta recordó que Grecia Quiroz atraviesa un duelo devastador, uno que debería colocar cualquier diferencia política en pausa. En un tono firme, Sheinbaum insistió en que antes de cualquier interpretación o disputa partidista, debe prevalecer la empatía hacia una mujer que enfrenta el asesinato de su pareja y la responsabilidad de conducir un municipio golpeado por el crimen organizado.

Sheinbaum añadió que toda discusión política debe esperar. Señaló que este no es el momento para lecturas partidistas ni ataques internos, sino para acompañar a quienes sufren la violencia que el Estado no ha logrado contener. Aunque no mencionó a Noroña por nombre en cada frase, el mensaje fue inequívoco: lo que dijo el senador fue insensible y fuera de lugar.

Mientras la clase política ajusta su discurso, en Uruapan la realidad sigue marcada por el miedo. El homicidio de Carlos Manzo, ejecutado en plena crisis de inseguridad en Michoacán, dejó un vacío que su esposa intenta llenar bajo amenaza constante. Este contexto convierte las declaraciones de Noroña en un recordatorio del tono frívolo que a veces impera entre quienes deberían priorizar a las víctimas.

La presidenta buscó contener el daño político, pero el episodio expone fracturas y la falta de tacto de algunos miembros del oficialismo ante tragedias que deberían unir, no dividir. En Michoacán, mientras tanto, la exigencia sigue siendo la misma: justicia para un alcalde asesinado y protección real para quien hoy ocupa su lugar.

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