La leyenda del Acueducto de Querétaro

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¿Conoces el estado de Querétaro? ¿Has visitado su capital: Santiago de Querétaro?

Para aquellos que respondieron que sí, saben que en este maravilloso estado -desde donde hoy transmitimos el programa en vivo- existe una edificación monumental que da identidad a la ciudad.

Estoy hablando del Acueducto, que conserva 74 arcos con una altura aproximada de 28 metros y medio, y una longitud de mil 280 metros. Esta obra de ingeniería fue uno de los motivos principales para que el centro de la ciudad recibiera el nombramiento de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en el año 1997.

La historia comienza a partir de la segunda mitad del siglo 17, cuando la ciudad de Querétaro es nombrada “Tercera Ciudad”. Convirtiéndose así en una de las poblaciones más prósperas y hermosas de la Nueva España.

Pero es hasta un siglo después cuando Querétaro alcanza una mayor prosperidad y desarrollo urbano. Sin embargo, la ciudad carece de un eficaz y saludable servicio de agua potable, ya que los viejos canales y cañerías surten aguas sucias y contaminadas.

Las monjas capuchinas, protegidas del marqués don Juan Antonio de Urrutia y Arana, le exponen a este rico e influyente noble español sus quejas sobre la necesidad de tener agua limpia, pues a pesar del agua del río, a esta le falta pureza y claridad.

El marqués comunica entonces su resolución al Ayuntamiento y los ediles prometen ayudarlo con 25 mil pesos que se supone recaudarían entre los vecinos. Por lo que el marqués busca en los alrededores de Querétaro la fuente que habría de surtir el preciado líquido.

Después de analizar varios manantiales, el marqués decide que el más adecuado es el llamado Ojo de Agua del Capulín, por tener su nivel a conveniente altura en relación con el de la ciudad. Y aunque en un principio el caudal no era muy grande, gracias a las obras que emprendió el marqués se aumentó la corriente a más o menos 30 litros por segundo.

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Un estudio del terreno realizado por el ingeniero Miguel Mendoza hace ver al marqués que en aquel punto brotaban unos 18 manantiales, entre grandes y pequeños, por lo que decide construir una gran poza para captar en ella toda el agua y de allí conducirla hasta Querétaro.

Esta solución irregular y carente de belleza arquitectónica remata en el frente principal con una estatua de San Antonio dentro de un nicho y del lado opuesto una toma de agua. Al terminarse la poza se construye una barda de gran altura rodeándola para protegerla y se entrega la llave de la última puerta de ingreso a uno de los regidores de Querétaro.

Del punto de la toma arranca el canal de cal y canto con 2 leguas de extensión, hasta llegar a donde empieza el acueducto que domina la ciudad desde la extensa hondonada entre la loma occidental de La Cañada y la del convento de la Cruz. Y aquí un dato curioso: es precisamente para este convento que se hace la arquería, para que el agua llegue por gravedad.

Finalmente, el 22 de octubre de 1735 llega el líquido puro a la caja de agua en la plazuela de La Cruz, donde se distribuye -3 años más tarde- a las fuentes públicas en los diferentes rumbos de la ciudad.

Esta caja es el fin y remate del acueducto, con su plataforma que sirve de base a una pila adosada a un muro de piedra rojiza sobre la que resalta la figura de un león de piedra de cuyas fauces brotaba el chorro que la abastecía. En la parte superior está el escudo real y una imagen de Nuestra Señora del Pilar.

La obra termina el 17 de octubre de 1738, con un costo total de 125 mil pesos. El marqués donó más de 88 mil, que en realidad procedían del caudal de su esposa, y lo demás se juntó de los vecinos.

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Para celebrar la inauguración se lleva a cabo una misa de gracias el 29 de octubre. Además de una serie de festejos que duraron no menos de 15 días, con desfiles de carros alegóricos, comedias en el coliseo, loas, bailes de la maroma, peleas de gallos, cohetes, fuegos artificiales y corridas de toros.

Sin embargo, el cronista de Querétaro -Eduardo Revelo Arriola- habla de una leyenda que afirma el origen de este imponente acueducto y que está relacionada con una historia de amor imposible y prohibido.

Todo inicia cuando el marqués don Juan Antonio de Urrutia ve por primera vez a Sor Marcela, monja del convento de las capuchinas en Querétaro, pero además resulta que también es sobrina de la esposa del marqués.

A pesar del profundo amor a primera vista que experimentan ambos, el marqués y Sor Marcela deciden mantener un amor basado en el entendimiento mutuo, pero sobre todo lleno de pureza. Aunque Sor Marcela sí le pide una sola cosa en muestra de ese amor y eso es que construya un acueducto para llevar agua pura al convento.

Es así como la historia cuenta que una de las obras arquitectónicas más grandes de México se construyó con la única intención de favorecer al amor de un vasco que resultó ser una monja prohibida y hasta pariente suya.

***

Después de escuchar este periodismo de vida, te pregunto: ¿Conocías esta leyenda sobre el Acueducto de Querétaro? ¿Qué has hecho por amor que se pueda comparar con esta historia? ¿O qué han hecho por ti que consideres como la muestra más grande de amor?

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