El legado de cri cri

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En pleno mes de julio, cuando el sol parece estar más cerca de la Tierra y sus rayos queman la piel… Francisco corre de un lado a otro, causando un alboroto tremendo en la casa de su abuela doña Emilia.

Ni el calor sofocante, ni la humedad que empapa la piel, consiguen detener a aquel niño travieso que recorre las habitaciones a gran velocidad con las manos abiertas.

Francisco dice que está volando en una de esas naves que llegan muy alto en el cielo. Asegura que si consigue correr más fuerte, sus pies despegarán del piso y llegará hasta donde están las estrellas que mira por las noches en su telescopio.

Doña Emilia hace todo lo posible por mantenerlo calmado, aunque sea por un rato…

“¡Francisco, estáte quieto, por Dios!”, le grita doña Emilia.

Por respuesta, Francisco aterriza de golpe en las piernas de su abuelita y le dice: “Me calmo, pero con una condición”.

Doña Emilia ya sabe qué le pedirá, pero sonríe y finge ingenuidad al contestarle: “¿Qué es lo que quiere mi Panchito?”.

“¡Que saques el llavero de tu ropero y me enseñes el traje del abuelo!”, responde Francisco emocionado.

Entonces, doña Emilia Soler abre el mueble y saca la espada del coronel José Antonio Soler Mazo, que luchó en la tropa del general Primm, junto a Benito Juárez. También deja que Francisco se ponga el sombrero de guerra y el uniforme militar.

Este juego que se repite tarde a tarde en aquella casa de Orizaba, Veracruz, es utilizado años después cuando Francisco se convierte en el compositor más famoso entre los niños de México, pero no bajo el nombre de Francisco, sino del famoso grillito cantor: Cri Cri.

Francisco Gabilondo Soler, nace el 6 de octubre de 1907 y desde muy pequeño muestra una genialidad para las matemáticas, geografía, historia y literatura universal.

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A pesar de no ser muy afecto a ir a la escuela, Francisco estudia por su cuenta estas materias y se convierte en un lector empedernido de las novelas de Julio Verne y Emilio Salgari.

Sin embargo, la astronomía se vuelve una de sus pasiones más fuertes. Maravillado por el universo, Francisco ama las historias de piratas que conocen el mar con sólo mirar el cielo y observar las estrellas.

Y es precisamente esta contemplación a detalle del mundo que lo rodea, lo que lo provee de historias y personajes para contar miles de aventuras en sus canciones.

Su carrera como compositor inicia a finales de los años 20, cuando aún vive en Orizaba. Pero a diferencia de lo que muchos creemos, sus primeras canciones no son para niños.

La Fundación Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri, A.C. rescata estas composiciones hechas entre 1926 y 1930, entre las cuales se encuentran temas como “Amor internacional”, “Parece raro”, “Madrid”, “Consejos” y “Cita de amor”, entre muchas otras.

Pero todos conocemos a Francisco por su legado de canciones del grillito cantor.

¿Saben cómo es que cambia de género musical y elige al público infantil?

Cuando llega a la Ciudad de México, al poco tiempo se casa y tiene a sus dos primeros hijos. Es en este momento cuando comienza a pasar varias tardes frente al piano, contando historias que son fruto de la inspiración y el entusiasmo de ver a sus hijos emocionarse con cada nueva aventura que sale de su imaginación.

Al poco tiempo, incursiona en la estación de radio XYZ. Al principio en un programa humorístico y de crítica social.

Pero la voz del grillito cantor se escucha por primera vez en la radio el 15 de octubre de 1934, cuando Othón Vélez le ofrece la oportunidad de presentar sus canciones para niños en un nuevo programa de 15 minutos, donde narra historias sobre animales y los personajes que ya conocemos.

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Poco tiempo después, el grillito cantor adopta el nombre de Cri Cri, con el que pasa a la inmortalidad, dejando un legado musical de más de 226 canciones, de las cuales se han grabado más de un centenar.

Francisco Gabilondo Soler creó más de 500 personajes y escribió más de 3 mil 500 páginas de textos y cuentos.

Son tantas las historias que nos han acompañado desde niños, que es imposible no regresar al pasado donde poseíamos la inocencia y la magia de un mundo donde los ratones vaqueros tienen un par de pistolas, o donde la muñeca fea tiene de amigos a la escoba, el plumero y el recogedor.

Algo curioso es que Francisco Gabilondo Soler recibe durante su vida una infinidad de premios y homenajes por su labor de compositor, pero siempre fue un personaje que prefirió la soledad. Tal vez, como muchos genios, el grillito cantor prefería llegar a los corazones del público a través de sus canciones y perpetuar esa fantasía del grillito contador de historias.

Curiosamente, hace tres días se publicó en varios periódicos de Orizaba el hallazgo de 58 piezas musicales inéditas de Francisco, encontradas por sus familiares entre las pertenencias del compositor durante el proceso de clasificación para su donación.

Óscar Gabilondo Vizcaíno, presidente de la Fundación Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri, explicó que en total se tienen 275 piezas y que las recién halladas podrían estar listas en diciembre de este año para su donación a bibliotecas escolares por medio de escuelas normalistas.

Con estas acciones, pero sobre todo con el recuerdo de los que de niños escuchamos sus maravillosas canciones y después se las hemos enseñado a nuestros hijos, el legado de Cri Cri permanecerá en la memoria de todos los mexicanos para siempre.

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