Trata de blancas: Condiciones psíquicas favorables para la trata de personas vía el enamoramiento

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Les dejo este resumen (resumen que hice yo y que no le hace justicia al trabajo original) de un análisis interesantísimo de mi amiga y colega la psicoanalista Ivonne Guzmán Bargagli (ivonnegzry@yahoo.com) sobre la trata de mujeres. No se lo pierdan.

De acuerdo con los datos que aparecieron en el Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México que elaboró la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, México fue considerado el primer proveedor de víctimas de trata de personas en el mundo desde el 2013.  Se considera el tercer negocio ilícito más lucrativo del mundo, sólo superado por el tráfico de drogas y de armas.

Miles de personas son víctimas de este delito, particularmente mujeres, niños y niñas quienes son captados, trasladados, vendidos y comprados con fines de explotación.[1] Esta incluye la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.

Hablamos de personas violentadas convertidas en cuerpos mercancía.

En la cadena mercantilista de la trata de personas se involucran varios sujetos:

  1. la víctima,
  2. un tratante quien cobra por captar, trasladar y entregar a una persona con fines de explotación,
  3. un tratante-explotador quien recibe y explota a la víctima, y
  4. un consumidor-explotador quien pagará por el uso de la víctima-mercancía.

Cualquier persona es víctima potencial de este delito.

Las condiciones de desigualdad, pobreza y deterioro social en México lo favorecen. La proclividad humana al ejercicio de la violencia y el funcionamiento psíquico que estas acciones de dominio, poder, transgresión y posesión requieren han suscitado un enorme número de trabajos académicos. ¿Por qué la violencia?, ¿Por qué la desubjetivación de las víctimas y su trato como objeto de uso o mercancías?

Los documentos de diagnóstico sobre la situación de trata de personas en México señalan que la mayor proporción de los casos tienen como fin la explotación sexual.  Los tratantes con frecuencia logran la captación y recepción de las víctimas estableciendo relaciones de confianza con ellas.

Una de las campañas de la CNDH dice así:

“La mayoría de las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual fueron ENAMORADAS por sus tratantes.”

En algunos estados de la República el 80% de los casos el enganche se logró a través del enamoramiento. La estrategia de enamoramiento puede consistir en una breve relación de noviazgo y en algunos casos hasta matrimonio o concubinato. En cualquiera de éstos subsiste el fin de la explotación.

Transcribo el testimonio de alguno de estos tratantes que explica la importancia del enamoramiento como estrategia para lograr el reclutamiento de la mujer para el trabajo sexual, dice:

Lo que tienes que hacer es buscar una chava, que pienses que está buena para el negocio, tienes que luchar por ella, tienes que ir enamorándola, tienes que utilizar el verbo y ser bien detallista para que caigan enamoradas.

Después que la chava acepta irse a vivir contigo, la tienes que empezar a “trabajar”. La tienes que convencer de que su futuro está en otro lado; así, la sacas de los lugares que conoce. Como las chavas tienen 15 o 16 años, todavía están cerradas de ojos, entonces llegan a un lugar que ni co­noce en el que no se sabe mover, la empiezas a hacer que dependa de ti para todo […] [2] Luego empiezas a decirle que tienes problemas de dinero, que no hay dinero, que buscas una forma de cómo salir de la pobreza, luego le dices que encontraste un cuate que se dedica a prostituir mujeres y que los puede ayudar; tienes que ser bien verbo para convencer a la chava, decirle que juntos van a echarle ganas, que sólo van a trabajar un año para juntar dinero y luego se retiran del negocio. Una vez que convences a la chava, una puta de tu cuate padrote lleva a tu mujer al lugar donde trabaja y le enseña cómo debe trabajar. Una vez que la chava cayó, los padrotes las obligan a trabajar y entregarles una cuota diaria. Después de colocar a tu chava lo que tienes que hacer es seguir buscando otras más.

Este porcentaje tan alto de enamoradas/víctimas nos interpela. De mujer deseada,  o mujer elegida deviene objeto de transacción mercantil. Parece entonces que la condición de objeto de deseo, una vez lograda para la mujer, favorece su transformación en objeto de uso y explotación.

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¿Cuáles pueden ser las condiciones psíquicas de la mujer enamorada para que tome su lugar como participante en el acto violento?

Lo primero que sabemos es que estas víctimas de trata con fines de explotación sexual fueron enamoradas por sus tratantes. Utilizando “el verbo” y siendo bien detallista, como dijo el tratante, consiguen enamorarlas.

Veamos: mediante palabras, halagos, seducción, el tratante va exaltando el narcisismo de la joven. La joven se reconoce objeto sexual admirado y deseado por excelencia.  La ilusión narcisista aparece cumplida. El placer es enorme. Ha sido reconocida toda ella revestida de valor.

Una vez sobrecogida por este placer narcisista aparece el deseo de encontrar una y otra vez a aquel que le hace sentir eso, es decir, aquella figura que al mirarla y desearla le devuelve, en reflejo especular, su brillo.  Querrá asegurar la permanencia de esta persona para garantizar el placer sexual y narcisista y más aún, la ilusión de una identidad sostenida su aptitud para procurar y ofrecerle el placer a él.

Cada vez el halagador se torna más y más deseable hasta volverse necesario. La joven halagada/engañada/enamorada queda así atrapada, igual que Narciso, frente a un puro reflejo idealizado, e igual que Narciso, está condenada a la parálisis para preservar el espejismo.

El problema es que en el caso del tratante que enamora, su deseo, su necesidad, y su enamoramiento son pura ficción. En realidad, ahora es dueño de una mercancía. La pulsión de apoderamiento encuentra satisfacción y procura mayor placer al victimario, en la medida en que se intensifica ya sea vía la adquisición de un nuevo objeto (una nueva jovencita enamorada), ya sea vía la descarga mas libre y sin miramientos que el objeto sometido está dispuesto a tolerarle.

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El enamoramiento como la principal forma de enganche para la trata de personas con propósito de explotación sexual se vale de la vulnerabilidad y dependencia que la víctima desarrolla frente a su enamorador/tratante porque éste le ofrece la ilusión de una aspiración narcisista cumplida.

Es él, y sólo él, el tratante, quien le suministra el estado placentero, quien canta sus alabanzas y favorece así una dependencia desproporcional como objeto causa de su sensación de grandor.  Aliméntame, sostenme, mírame.

¿Estaríamos diciendo que toda mujer enamorada corre el mismo riesgo?

Si bien no es la condición de enamorada la clave, sí es muy frecuente que sea la mujer la que en estos vínculos ofrece su yo adherido, suplicante y sojuzgado a un partenaire masculino. Esta dominancia de género obliga a pensar el papel que pueden estar jugando en estos vínculos el desarrollo de la sexualidad femenina y, como mujer, la intervención que los estatutos culturales tienen en la estructuración de su subjetividad.

Como decía el tratante en el testimonio que leímos:  una vez que se va a vivir contigo, la tienes que “trabajar”.  Este es el trabajo necesario.  Ha cedido su vida a favor de que sostengan su existencia.  Su necesidad y obligatoriedad al tratante como exclusivo requiere que ella se adhiera y se amolde a su vez a las necesidades del hombre.  Para su Yo, de eso depende su subsistencia.

Recordemos lo que dice el tratante: empiezas a decirle que tienes problemas de dinero, que no hay dinero, que buscas una forma de cómo salir de la pobreza, luego le dices que encontraste un cuate que se dedica a prostituir mujeres y que los puede ayudar.  Los puede ayudar recibiendo-la con el puro cuerpo.  La sigue engañando como si la considerara amada, la entrampa diciéndole que ella es su amada, su cuerpo mera mercancía pero valioso en tanto tal porque su cuate les puede ayudar recibiéndole, y la engaña además haciéndole creer que ella puede sacarlos así de la pobreza.

Ahora sí, atrapada, adherida y alienada está preparada para ingresar al campo del comercio sexual.  Pero apenas comienza: los estragos de la violencia no cesan. Una vez que ha ingresado al comercio sexual todo aquello que sostenía en el eje imaginario su particular condición subjetiva sufre nuevos reveses.

Como explica el tratante: Después de colocar a tu chava lo que tienes que hacer es seguir buscando otras más.  La ilusión narcisista que sostenía el deseo de la joven desaparece y con ella, también la pérdida de goce. La aparición deseante desfallece y comienza un proceso de deslibidinización del cuerpo, de la realidad, y de la vida que se manifiesta en estados depresivos crónicos y melancolía.

Para la trata de personas el dolor no tiene fin.

[1] Diagnóstico sobre la situación de la trata de personas en México, CNDH, México 2013

[2] Óscar Montiel Torres, Trata de personas: padrotes, iniciación y modus operandi. México, Instituto Nacio­nal de las Mujeres, 2009.

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