El espiral de Gerardo Fernández Noroña sigue bajando. Una investigación de Emeequis, por Jorge García Orozco, reveló que el legislador compró una casa valuada en 12 millones de pesos en Tepoztlán, Morelos, a una ciudadana austriaca que enfrenta adeudos fiscales con el Servicio de Administración Tributaria (SAT) en México.
La compraventa bajo la lupa
De acuerdo con los documentos obtenidos por el medio, la propiedad estaba a nombre de una mujer de origen austriaco, quien desde hace años registra problemas fiscales y adeudos con el SAT. La transacción despierta dudas sobre la legalidad del origen del dinero de Noroña y la falta de transparencia en su declaración patrimonial, ya que nunca ha explicado de dónde obtuvo los recursos para adquirir una residencia de tal magnitud.
La incongruencia de la austeridad
Noroña ha hecho de la austeridad y la crítica al lujo una de sus banderas políticas. Sin embargo, la compra de esta casa en una de las zonas más exclusivas de Morelos refuerza las acusaciones de incongruencia.
¿Cómo justificar un inmueble de 12 millones cuando su salario oficial como senador es de poco más de 120 mil pesos mensuales brutos?
Un vendedor con problemas fiscales
La situación se agrava por el perfil de la vendedora: una extranjera con cuentas pendientes con el fisco mexicano. Esto abre interrogantes no solo sobre la congruencia política de Noroña, sino sobre la responsabilidad legal de la transacción. ¿Puede un funcionario público realizar operaciones de este tipo sin que haya un conflicto con las autoridades fiscales?
Crítica y preocupación ciudadana
El caso se suma a la lista de polémicas que han rodeado al senador en los últimos meses:
- La opacidad en su declaración patrimonial.
- Sus ataques y descalificaciones a medios y periodistas.
- Su estilo confrontativo y carente de autocrítica.
La compra de la casa no es un asunto privado: es un tema de interés público, porque involucra el posible uso de recursos no transparentes y el ejemplo ético que debe dar el presidente del Senado.
Reflexión final
La pregunta es clara:
¿Cómo un político que dice representar la “austeridad republicana” adquiere una residencia millonaria en una de las zonas más exclusivas del país, a través de una transacción con una persona que debe impuestos al SAT?
La opacidad y la incongruencia no son un simple error político: son un golpe directo a la confianza ciudadana en las instituciones.