Cuando muchos ya pensaban que el COVID estaba más que controlado, llega una nueva variante a mover el tablero: NB.1.8.1. Fue detectada por primera vez en enero de 2025 y, sin hacer tanto ruido, ya se coló en 22 países.
La OMS le está echando el ojo, y aunque el riesgo por ahora se considera bajo, no es para confiarse.
¿Qué es esta NB.1.8.1 y de dónde salió?
La NB.1.8.1 no es una variante nueva en el sentido clásico: es una subvariante, una “hija” de una recombinante llamada XDV.1.5.1. ¿Qué significa eso? Que el virus sigue haciendo de las suyas, mezclando pedazos de diferentes cepas y dando lugar a nuevas versiones.
Desde que se identificó el 22 de enero, ha estado escalando poco a poco. Para mediados de mayo ya se habían reportado más de 500 secuencias genéticas, lo que representa un 10.7% del total de las muestras globales en una sola semana. Un salto considerable si se compara con el 2.5% que tenía hace apenas un mes.
¿Dónde está pegando más fuerte?
La NB.1.8.1 ha mostrado músculo sobre todo en estas regiones:
- En el Pacífico Occidental, pasó de 8.9% a 11.7%
- En las Américas, de 1.6% a 4.9%.
- En Europa, del 1% al 6%.
En el Sudeste Asiático hay apenas cinco casos confirmados. Y en África y el Mediterráneo Oriental, por ahora, ni rastro. Pero como ya sabemos: el virus no avisa, se mueve sin fronteras.
¿Y qué pasa con las vacunas? ¿Sirven o no?
Sirven. La OMS fue clara: las vacunas actuales siguen protegiendo contra esta variante, tanto en síntomas como en cuadros graves. NB.1.8.1 no ha demostrado saltarse con facilidad la inmunidad, y aunque sí tiene un ligero escape frente a LP.8.1 (la variante dominante), no es suficiente como para prender las alarmas mayores.
Dato interesante: LP.8.1 todavía es la que manda a nivel global, con un 39% de los casos, pero su tendencia va en picada. NB.1.8.1 la viene siguiendo los pasos.
¿Es más peligrosa esta nueva variante?
Por ahora, no. Aunque se ha visto un pequeño aumento en hospitalizaciones en zonas del Pacífico Occidental, no hay evidencia de que cause una enfermedad más severa. Eso sí, la vigilancia está a tope porque las cosas pueden cambiar.
¿Qué dice la OMS y qué medidas se están tomando?
La Organización Mundial de la Salud no está cruzada de brazos. Ha emitido una serie de recomendaciones para todos los países:
Hacer pruebas con sueros de personas y animales que hayan tenido la variante.
Analizar bien los síntomas y la gravedad de los casos.
Vigilar la efectividad de las vacunas en tiempo real con estudios conjuntos entre países.
Y claro, actualizarán todo conforme vaya saliendo nueva información. Esto es cosa de estar atentos.
¿En qué punto estamos realmente?
Estamos en una etapa de observación. No hay emergencia sanitaria global, pero sí una señal clara de que el virus sigue evolucionando. Las herramientas están ahí: vacunas, tratamientos, protocolos. Lo que toca ahora es aplicarlas bien, reforzar la vigilancia y no confiarse.
NB.1.8.1: una mutación más en un virus que no deja de reinventarse
Esta variante es producto de una recombinación compleja, lo que confirma algo que los científicos ya sabían: el COVID no ha dejado de experimentar consigo mismo. Se mezcla, se adapta y busca nuevas formas de contagiar. Pero a diferencia de 2020, hoy el mundo no lo agarra desprevenido.
La clave sigue siendo la misma: vacunación al día, datos confiables y vigilancia constante. Porque mientras el virus se mueve, nosotros también debemos movernos… pero con estrategia.