Tras la visita de Marco Rubio a México, Donald Trump volvió a colocar a México en el centro de su discurso de seguridad al exigir la investigación de “narcopolíticos”. Con esta presión, no solo busca mostrar mano dura en Estados Unidos, también siembra la sospecha de que la política mexicana está penetrada por el crimen organizado.
La pregunta incómoda
Si Trump habla de “narcopolíticos”, la duda inevitable es: ¿cuántos políticos en México realmente tienen vínculos con el narcotráfico? Presuntamente se sospecha a alcaldes, gobernadores, legisladores y hasta exsecretarios por vínculos con el crimen. El señalamiento no es nuevo, pero sí desnuda una herida profunda: la corrupción política que facilita el avance de los cárteles.
Implicaciones
El discurso de Trump deja a México en una posición vulnerable. Aunque no presentó pruebas públicas, la insinuación basta para instalar la percepción de que la clase política mexicana no solo es ineficaz, también cómplice. Y mientras la ciudadanía exige respuestas, la pregunta permanece en el aire: ¿qué tan infiltrado está el Estado por el narcotráfico?
Trump busca votos en su país, pero el golpe político lo resiente México. Esto es un recordatorio brutal de lo que la gente ya sospecha: que el crimen no opera solo con sicarios, también con políticos que lo permiten. Y hasta que no se responda con transparencia, la duda seguirá creciendo.