¡Aquí tienes una versión más detallada, al puro estilo de Sebastián! Imagina que vas a una reunión de trabajo, prendes tu cámara en Zoom, saludas a todos y, de la nada, alguien dice:
«Hola, soy JD, uso ‘ellos’, ‘ellos’ y ‘tortuga’ como pronombres.” ¿Cómo reaccionarías? ¡Seguro que desconectas el internet o apagas las bocinas!,
Bueno, por increíble que parezca, esto no es una broma, es exactamente lo que pasó en una junta de la Autoridad de Salud de Oregón, Estados Unidos.
Resulta que JD Holt, quien también se hace llamar ‘JD Terrapin’ en Facebook (por si no lo saben, terrapin es un tipo de tortuga), es miembro del Consejo Asesor de Consumidores de la OHA, un grupo encargado de dar recomendaciones sobre salud mental. Y durante una reunión oficial, decidió presentarse con esos pronombres: ‘ellos, ellos y tortuga’.
Pero, ¿de dónde viene esto?
Bueno, existe algo llamado turtlegender o tortoisegender, que según Gender Wiki es una identidad de género basada en una conexión con las tortugas. Se supone que quienes se identifican así pueden sentir que su género está representado por una tortuga o que, de alguna manera, su identidad se explica mejor con el concepto de tortugas.
O sea, en vez de ser hombre, mujer o no binario… ¡son tortugas!, háganme el refabrón cavor!
Ahora, esto por sí solo ya es noticia, pero la historia no termina ahí. Resulta que JD Holt no solo es parte de este consejo de salud mental, sino que también ha usado sus redes sociales para promover causas anarquistas y, según una revisión de Fox News Digital, ha alentado a la gente a bloquear operativos de control de inmigración.
Y aquí es donde la cosa se pone más seria. Porque estamos hablando de una persona que, por un lado, tiene influencia en temas de salud mental y políticas públicas en Oregón, y por el otro, tiene posturas radicales y abiertamente anarquistas.
¿Es esto un problema? ¿Es solo parte de la diversidad de ideas que debe existir en un consejo de este tipo?
Lo cierto es que esto nos deja con muchas preguntas: ¿Hasta dónde llegará la expansión de nuevas identidades de género? ¿Realmente es relevante en la discusión sobre salud mental? ¿O estamos viendo una tendencia que raya en lo absurdo?