EL 27 de marzo de 2008, el entonces presidente Felipe Calderón dio a conocer el Operativo Chihuahua, en el que se reconocía a Chihuahua zona de guerra y se enviaba a Fuerzas Armadas y policías a combatir al narcotráfico.
Hace 10 años, entonces, Ciudad Juárez de transformaba en la ciudad más violenta del mundo, por encima de países con países en conflicto declarado, debido a que el Estado respondió de la misma manera que los grupos de la delincuencia organizada.
El costo social de esa recomposición económico-criminal fue altísimo, incluido para las propias Fuerzas Armadas. Más bien, para los elementos del Ejército de mandos medios para abajo que ahora están siendo procesados por diversos delitos, entre ellos por graves violaciones a los derechos humanos.
La violencia de ese tiempo, fue registrada desde el primer momento sin que ahora haya dejado de contar lo que sigue pasando, a pesar del gran riesgo. El asesinato de la periodista Miroslava Breach Velducea -está por cumplirse un año el viernes 23-, es una prolongación de la violencia demencial que desató el Operativo Chihuahua.
«La libertad del diablo» es uno de estos esfuerzos. Documental realizado por el cineasta Everardo González, quien desde hace 18 años, antes de que México entrara en esta larga noche de violencia, ya había dejado testimonio de la manera en que la sociedad y el poder político han lidiado con la inseguridad (Los ladrones viejos).
Tal documental es al mismo tiempo la expresión de esa libertad que ha permitido todo eso, el de la impunidad con la que se puede matar en México, pero también es la resistencia de los familiares de las víctimas para encontrar a los suyos, es el testimonio de jóvenes asesinos de niños que saben que ellos mismos pudieron ser esos niños, es la confesión de militares y policías del Estado mexicano que saben que matar y torturar a narcotraficantes les da momentos de poder, como una forma de reivindicar para sí el monopolio de la fuerza del Estado, sin sujeción alguna.
La libertad del diablo es un doloroso testimonio para no hermanarnos en esa locura, ni de unos, ni de otros.
Con información de Proceso
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