La violencia contra las fuerzas del orden volvió a estremecer al estado. Dos mujeres policías viales fueron asesinadas en El Salto, Jalisco, después de realizar una detención rutinaria de un vehículo con vidrios polarizados.
Las víctimas fueron identificadas como Libna Mata Villegas y Gisela Ceballos Quezada, ambas adscritas a la Policía Vial del Estado. Los cuerpos fueron encontrados dentro de la caja de su patrulla, con impactos de bala en la cabeza, un crimen que exhibe una vez más la vulnerabilidad de quienes sirven en primera línea de la seguridad pública.
El secretario de Seguridad estatal, Juan Pablo Hernández, confirmó los hechos y aseguró que las agentes tenían “un expediente limpio y una trayectoria ejemplar”. “Eran mujeres entregadas a su trabajo, comprometidas con el servicio y con sus comunidades”, expresó durante una declaración pública.
De acuerdo con los primeros reportes de la Fiscalía de Jalisco, las agentes habrían sido atacadas tras detener un vehículo sospechoso. Posteriormente, fueron privadas de la libertad y ejecutadas a corta distancia. La escena del crimen refleja una emboscada planeada y un mensaje directo al Estado.
El asesinato de Libna y Gisela no solo enluta a las corporaciones de seguridad, sino que vuelve a evidenciar la violencia desbordada en Jalisco, donde la presencia de grupos criminales y los ataques a policías han incrementado en los últimos meses.
En lo que va del año, más de 30 elementos de seguridad han sido asesinados en la entidad, según datos de Causa en Común, lo que coloca a Jalisco entre los estados más peligrosos para ejercer la labor policial.
Mientras las autoridades anuncian investigaciones y homenajes póstumos, la sociedad observa con preocupación cómo el crimen organizado continúa imponiendo su ley, incluso sobre quienes deberían hacerla valer.

