Trastorno por dolor: El dolor físico como una proyección de la mente

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En estas semanas hemos estado explicando cómo la mente en ocasiones puede “enfermar” físicamente a una persona sin razones orgánicas o médicas reales. Este tipo de trastornos se llaman trastornos somatomorfos y generan que las personas aquejadas de alguno de ellos (hay 6 tipos) acudan al médico buscando ayuda cuando en verdad deberían de ser tratados por un psiquiatra y/o un psicoterapeuta especializado.

En este tipo de trastornos NO existen razones físicas demostrables o mecanismos fisiológicos que expliquen las dolencias y los síntomas, sin embargo el paciente no miente, no se está inventando los síntomas, sino que en verdad los sufre, pero ello se da a partir de procesos psicológicos y no fisiológicos.

Cuando trabajaba en el Instituto Nacional de la Nutrición me tocó ver a una chica de treinta y pocos años que sufría un dolor a en el vientre por el cual la habían operado en diversos hospitales y diversos médicos sin encontrar absolutamente nada. El dolor era incapacitante, y había deteriorado la vida profesional y personal de esta chica que ya no podía ni trabajar, ni siquiera salir de su casa. Llevaba más de un año y medio con esta problemática.  Después de tantas exploraciones, estudios e intervenciones se decidió que la internaran en Nutrición y ahí también, los médicos perplejos pidieron que la entrevistáramos los del departamento de Medicina Psicológica.

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Siendo una mujer muy atractiva había logrado “defenderse” de tener una relación con algún hombre en todos estos años, hasta que justo un año y medio atrás y debido a la presión de padres y amistades, decide empezar a salir con uno de sus pretendientes.

En determinado momento, el susodicho logra seducirla y besarla, seguro generando algún tipo de excitación sexual en ella. Ella se asusta tanto que lo empuja, lo deja de ver y a parir de ese momento le duele el vientre. Creo que sobra explicar más la relación entre ambos. Fue la forma en la que esta chica inconscientemente logró defenderse de su propia sexualidad.

También conocí a una mujer que cuando fue despedida de su trabajo en una institución en la que había trabajado toda su vida adulta empezó con un dolor en la espalda que la incapacitó por completo, como si simbólicamente hubiese perdido aquella columna vertebral que sostenía su existencia.

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Sin embargo, también es cierto que en la mitad de los casos que encontramos con dolor somatomorfo sí hubo un trauma físico real. Por ejemplo, aquel individuo que comienza con un dolor en el pie después de haber sufrido un accidente de coche, curiosamente le duele el pie con el que hubiera tenido que frenar.

Las personas que sufren de dolor somatomorfo sueles ser personas que han empezado a trabajar inusualmente temprano en su vida y que han desarrollado trabajos arduos físicamente, no toman vacaciones y son “workaholics”. A veces concuerda con una dificultad para disfrutar la vida, o una depresión.

Así el adolorido buscará medicarse, refugiarse, ser auxiliado y apoyado, y colocarse en un lugar de inválido. He visto casos en los que inclusive piden ser movilizados en silla de ruedas. Cuando se les sugiere una razón psicológica la niegan completamente, y sin embargo es indispensable la psicoterapia porque con el deterioro pueden complicarse estos casos debido a intervenciones quirúrgicas innecesarias o a la adicción a opioides o benzodiacepinas.

 

 

 

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