Qué ocurre
Desde el regreso a clases el pasado 11 de agosto, la comunidad estudiantil de la Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe —ubicada en Álvaro Obregón, ha sido víctima de al menos 10 asaltos al salir de clases durante las noches. Los agresores, según testimonios, operan entre las 19:00 y 22:00 horas, en vehículos de lujo, aprovechando el tránsito lento y la oscuridad. Las víctimas, principalmente mujeres, han sido despojadas por bandas que actúan en pares con armas de fuego.
¿Qué ha hecho la universidad?
La Ibero informó que, al tener conocimiento de los robos, activó canales de comunicación con las autoridades pertinentes y habilitó un correo institucional (a cargo de un gerente de seguridad) para atender los incidentes. Además, emitió recomendaciones a la comunidad para cuidar su seguridad: atención a horarios, ventanas cerradas, objetos visibles y compartir trayectorias con familiares o amistades.
¿Una universidad cara sin seguridad real?
La Ibero es una de las instituciones privadas más costosas y prestigiosas de México, con infraestructura avanzada como observatorio astronómico, laboratorios especializados, biblioteca, canchas y cafeterías. Sin embargo, ese nivel de equipamiento no se traduce en seguridad eficaz al menos en sus rutas de entrada y salida hacia una zona compleja como Santa Fe, caracterizada por alta actividad comercial y residenciales exclusivos —pero también con índices de delincuencia crecientes.
Implicaciones públicas
No se trata solo de robos: es la evidencia de un débil vínculo entre prestigio educativo y responsabilidad por el bienestar integral de las y los estudiantes. Cobrar colegiaturas millonarias no basta si quienes salen del campus están expuestos. La vulnerabilidad nocturna frente a la Ibero es una muestra de que la costosa educación privada no garantiza lo básico: la seguridad.
Pagar por educación cara implica que la institución esté obligada a proteger incluso fuera de sus muros. Una ruta segura no debe quedar en una cola de correos institucionales ni en una serie de “recomendaciones preventivas”. Es hora de que la Ibero asuma su responsabilidad: que garantice vigilancia real, rutas protegidas y acompañamiento efectivo a su comunidad en cada paso, porque la seguridad no puede ser un lujo.