El capitán de la Selección Mexicana de fútbol, Rafael Márquez Álvarez, y el cantante Julión Álvarez fueron vinculados con el narcotraficante Raúl Flores Hernández. Según investigaciones realizadas por Departamento del Tesoro de Estados Unidos, actuaron como testaferros para él y su organización, y tienen bienes en su nombre.
La OFAC señaló que en la investigación hubo estrecha colaboración con el gobierno mexicano, como la Procuraduría General de la República –que ayer mismo decomisó diversos bienes a Flores Hernández, como el Grand Casino de Guadalajara–, y la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Explicó que trabajó con la UIF con la finalidad de aplicar sanciones financieras contra organizaciones mexicanas de tráfico de drogas.
Funcionarios de la embajada de Estados Unidos en México ofrecieron una conferencia de prensa vía telefónica, en la que explicaron que Flores Hernández ha amasado una fortuna de miles de millones de dólares, que incluye empresas como el Gran Casino de Guadalajara, bares, restaurantes, equipos de futbol, productoras musicales y compañías del sector inmobiliario, y afirmaron que utilizaba a gente cercana y amigos como fachada de su red.
Sostuvieron que los vínculos económicos del futbolista y el narcotraficante datan de más de dos décadas, y con Julión de al menos 10 años.
Plantearon que se trata de un narcotraficante independiente que estuvo décadas a la sombra, pues manejaba un perfil bajo y tenía acuerdos con el cártel Jalisco Nueva Generación, con el que comandaba El Chapo Guzmán y con otros grupos de Sinaloa.
Los funcionarios comentaron que los procesos legales contra Márquez y Julión no dependen de las autoridades de Estados Unidos, sino de las mexicanas, como la PGR, y las investigaciones que se realicen en México.
Por el momento sólo les compete el congelamiento de cuentas bancarias y bienes, y esperar a que se lleve a cabo el proceso legal contra el narcotraficante y sus testaferros.
Con información de La Jornada