En un episodio que refleja características dolorosamente familiares en el sistema judicial mexicano, Diego Armando Guerrero García, magistrado electo del Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ) de la Ciudad de México, negó cualquier relación de nepotismo con su hermano Arístides Guerrero García, también electo como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), mejor conocido como el «Ministro Chicharrón».
Durante la ceremonia de toma de protesta, Guerrero García enumeró cuatro razones por las que no considera que se trate de un caso de nepotismo:
- Ambos emprendieron carreras profesionales independientes, uno en temas de transparencia y el otro como profesor de la UNAM.
- Su elección fue por comités distintos: él por el local, su hermano por el federal.
- No hubo coincidencia en distritos o votos obtenidos, aseguró que hicieron campañas distintas y en zonas distintas.
- Ambos llegaron a sus cargos apresando el sufragio popular. “Fue el pueblo el que tomó la decisión”, enfatizó.
Pero los datos muestran una realidad distinta: un Poder Judicial enredado en redes familiares
Un informe de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) reveló que el 56 % de los ministros de la SCJN tienen al menos un familiar en el gobierno, incluyendo el caso de los hermanos Guerrero. En el caso del Tribunal de Disciplina Judicial, el 60 % de sus integrantes también tiene parientes con cargos en el gobierno.
Una reflexión…
- Que Diego Guerrero niegue nepotismo no quita la evidencia de que el sistema sigue privilegiando los lazos familiares.
- Su elección mediante sufragio no elimina el hecho: se eligió a dos hermanos para roles clave en distintos niveles del sistema judicial.
- La estructura judicial permanece permeable a redes de poder basadas en parentescos, y eso mina la credibilidad aspiracional de la reforma judicial.