Nadie sabe con certeza cómo empezó. Pero lo que hoy sabemos es que la riqueza de Jeffrey Epstein no fue producto del azar, sino de relaciones poderosas, vacíos legales y mucho silencio.
A más de cinco años de su muerte, la figura de Jeffrey Epstein sigue generando preguntas. No solo por los crímenes por los que fue acusado, sino por la forma en que llegó a acumular una fortuna estimada en más de 600 millones de dólares.
Una reciente investigación publicada por Forbes expone con claridad uno de los mayores misterios en torno a su figura: ¿cómo consiguió tanto dinero alguien con tan poca transparencia en su carrera?
De acuerdo con el reportaje de Giacomo Tognini para Forbes, Epstein logró amasar su riqueza no tanto por su talento financiero, sino por su capacidad para vincularse con multimillonarios influyentes y posicionarse como su «asesor exclusivo» en temas fiscales.
Uno de ellos fue Leon Black, fundador de Apollo Global Management, quien le transfirió más de 148 millones de dólares por servicios de “planificación patrimonial y consultoría fiscal”. De esa cifra, 70 millones fueron entregados en un solo año: 2014.
Otro caso revelador es el de Leslie Wexner, exdirector de L Brands y magnate detrás de Victoria’s Secret, quien le dio a Epstein poder notarial para operar libremente su patrimonio, bienes inmuebles, y hasta su barco privado.
Ambas relaciones le permitieron a Epstein no solo acceso a enormes sumas de dinero, sino también a redes de poder financiero y político, que lo protegieron durante años pese a los rumores, las acusaciones y las investigaciones periodísticas.
¿Un «consejero fiscal» o un facilitador de secretos?
Epstein construyó su imagen como un consultor para gente “ultrarica”. Pero como señala Forbes, nunca estuvo registrado como asesor financiero ante la SEC (la autoridad reguladora del mercado en EE. UU.). Tampoco presentó nunca un portafolio verificable de inversiones.
Lo que ofrecía, en cambio, eran estructuras fiscales complejas que permitían mover fortunas a través de paraísos fiscales, fideicomisos opacos y mecanismos difíciles de rastrear. Todo, envuelto en una narrativa de exclusividad y discreción.
Hoy, tras su muerte y los juicios abiertos contra quienes lo rodearon, quedan más preguntas que respuestas. Pero lo que el reportaje de Forbes deja claro es que Epstein no se enriqueció solo: lo hizo con la ayuda —y el silencio— de muchos.