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El cine ha evolucionado de manera curiosa a la hora de abordar tópicos de actualidad. Los acontecimientos relativamente recientes pasaban múltiples filtros y tratamientos para que su comprensión fuera asequible para la audiencia, a menudo en formas de la idolización de sus protagonistas, que eran convertidos en auténticos héroes de la pantalla, aunque su desempeño durante los hechos (o incluso su apariencia física) hubiera sido más bien común. En fechas recientes se buscó mostrar más autenticidad en esta clase de producciones, pero hay algunos realizadores que persisten en el modelo “clásico”.

30 (3)Michael Bay es uno de esos realizadores. El director nos tiene más acostumbrado a ficciones espectaculares como ‘La Roca’, ‘Bad Boys’ o la saga de Transformers, pero se animó por tercera ocasión a dirigir una película basada en hechos reales. Se trata de ’13 Horas: los soldados secretos de Benghazi’ (‘13 Hours: The Secret Soldiers of Benghazi’), una cinta sobre el ataque al consulado estadounidense en dicha ciudad de Libia perpetrado por extremistas islámicos en el 2012. Si “Benghazi” te suena familiar, no es obra de la casualidad: los hechos han sido un tema candente en el ámbito político norteamericano desde ese entonces, y aún permean el discurso de republicanos y demócratas de cara a la elección presidencial que se realizará este año.

Bay nos cuenta lo sucedido desde la perspectiva del libro del autor Mitchell Zuckoff, que detalla la intervención de una fuerza paramilitar de apoyo contratada por la CIA “en caso de emergencia” durante los ataques suscitados en esas fechas. La narrativa de ’13 Horas’ centra su atención en dos de estos soldados: Jack Silva (John Krasinski) y Tyrone “Rone” Woods (James Badge Dale). El primero es un hombre de familia que sí, se gana la vida agarrando gente a plomazos, pero en el fondo no es un mal tipo. El segundo es un poco más pragmático y cínico en cuanto a su labor como mercenarios contratados por el gobierno de su propio país, pero es noble y heroico en cuanto a lo que toca a su responsabilidad sobre su equipo. El resto de los soldados de este pequeño contingente constituye un cúmulo de variaciones sobre el mismo arquetipo: rudos hombres de acción con barbas que hacen juego, lealtad hacia sus camaradas y habilidades inequívocas para arrancarle la vida a los enemigos de la democracia. El director es todo menos sutil, ciertamente.

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30 (5)Tras un prolongado primer acto preambulatorio y hasta un poco repetitivo, la cosa se pone fea: hay inestabilidad política en el ambiente, que culmina con un ataque a las instalaciones diplomáticas de los Estados Unidos en la vapuleada ciudad de Benghazi. Las dudas sobre intervenir con una misión de rescate son expresadas por Bob (Dave Costabile), operativo de la CIA que llena la casilla de “tipo que debería facilitar la labor de los buenos pero es demasiado tibio y termina por complicar más las cosas”. Reitero, el fuerte de Michael Bay jamás ha sido el desarrollo de personajes, y este filme sólo reforzará dicha creencia.

Sin embargo, hay que admitir algo sobre este vilipendiado director: en esta ocasión sabe cuáles son sus puntos fuertes como cineasta y se dedica a explotarlos. Digo “explotarlos” pues ninguna palabra le va mejor a Bay, ya que los estallidos de granadas, las ráfagas de ametralladora, el fragor de la artillería, las persecuciones a gran velocidad, las salpicadas de sangre y el machismo exacerbado son a él lo que el diálogo percutivo a David Mamet o los encuadres contemplativos a Terrence Malick. Sí, mi computadora casi explotó al incluir a Bay, Mamet y Malick en un mismo párrafo, sin ironía de por medio.

30 (4)Hay que entender que este director tiene un par de experiencias dispares en lo que a películas basadas en hechos reales se refiere: mientras que su ‘Pearl Harbor’ (2001) fue despedazada por la crítica debido a su enfoque patriotero y trivial, se anotó una modesta victoria con la cuasi satírica ‘Sangre, Sudor y Gloria’ (2013) en la que narró de forma increíblemente efectiva un disparatado crimen ideado por unos fisiculturistas de Florida. Para ‘13 Horas’, Bay intentó ser tan apolítico como fuera posible, ya que el acontecimiento ha sido empleado como herramienta de ataque conservadora hacia Hillary Clinton (quien era Secretaria de Estado en esa época) y se ha fundido en el discurso de los candidatos presidenciales de forma cada vez más intensa, sin mostrar mucho del trasfondo real.

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Es un poco decepcionante que la cinta no es de mucha ayuda para entender más de lo ocurrido. Y quizá no es culpa enteramente del director, pues el guion de Chuck Hogan no ayuda mucho con su abundancia de clichés y exposición incompleta. La cinta también se explaya demasiado con sus dos horas y 24 minutos, misma duración de ‘La Caída del Halcón Negro’ (2001) de Ridley Scott. Ambas cintas se centran en fatídicas batallas donde norteamericanos perdieron la vida por nebulosas razones políticas, y sin embargo la segunda narra impecablemente los hechos sin descuidar las escenas de combate. A ‘13 Horas’ la acción no le duele: por el contrario, es extremadamente efectiva y nos mantiene inmersos en el conflicto. El problema es que dicho conflicto no va más allá del entendimiento de “nosotros contra ellos” como móvil, y eso es frustrantemente superficial.

30 (6)En resumen: si buscas acción de manufactura impecable, este filme cubrirá dicha necesidad sin problemas. Pero si quieres es entender un poco más sobre política exterior estadounidense en países islámicos y sus repercusiones en el barómetro electoral de la actualidad, pues… quizá sea mejor leer un par de libros, o esperar un documental al respecto.

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