La película más contundente de este año no es parte de una franquicia. No cuenta con estrellas internacionales en su reparto, no costó decenas de millones de dólares ni viene acompañada de una poderosa maquinaria promocional. No invirtió gran cosa en escenarios, efectos visuales o bandas sonoras con temas memorables. Nadie es atacado por un oso. Pero incluye escenas de suspenso que te hacen contener la respiración, actuaciones desgarradoramente auténticas y una narrativa que provoca el llanto a través de su inocencia descarada. Es, para fines prácticos, una obra de arte.
Se llama ‘La Habitación’ (‘Room’, d. Lenny Abrahamson), y de inmediato nos sitúa en el pequeño entorno habitado por Jack (Jacob Tremblay) y su madre (Brie Larson), al comunicarnos que las cuatro paredes que les rodean constituyen todo su mundo, no por voluntad propia. Mamá fue raptada cuando era apenas una adolescente, y encerrada en lo que parece ser un cobertizo iluminado por un diminuto tragaluz, recubierto por material aislante de sonido y protegido por una pesada puerta de combinación electrónica.
En la habitación hay una bañera, pero no hay ducha. Cuentan con una pequeña estufa, un refrigerador destartalado, un lavamanos y una cama. Subsisten con entregas semanales de alimentos que provee el Viejo Nick, su captor, quien aprovecha las visitas periódicas para tener sexo con la madre mientras Jack se oculta temeroso en un armario. Mamá ha intentado darle a su hijo una semblanza de estabilidad en el clima más impensable, fabricando una historia en la que la habitación es lo único verdadero, y las imágenes que miran a través de una televisión vieja y obsoleta es “fantasía”. La única misión de esta mujer es procurar crear fugaces instancias de felicidad para el ser humano que le recuerda diariamente la razón de su infortunio. ¿Puedes ponerte en su lugar?
No hay forma de hacer contacto con el mundo exterior, esto queda claro. Nick es un individuo violento que ha frustrado con anterioridad los fútiles intentos de escapatoria por parte de la desafortunada cautiva, y no duda en darles escarmientos ocasionales en forma de raciones reducidas o cortes a la energía eléctrica. La madre no puede concebir que su hijo, quien acaba de cumplir 5 años, siga padeciendo esa existencia miserable. La desesperación y el sombrío panorama a futuro la llevan a urdir un plan de escape cuyas probabilidades de éxito son mínimas, con amplias oportunidades de un desenlace funesto para ambos.
La película te hace saber en los avances que, en efecto, hay vida para Jack y su madre más allá de la claustrofóbica realidad que padecen, pero el impecable guion de Emma Donoghue (basado en su propia novela) no cae en la trampa común de celebrar la victimización de sus personajes, sino de mostrar su realidad en todos sus matices. Más aún, percibimos también el impacto de la situación de Jake y Mamá a través de las consecuencias que el rapto tuvo entre sus familiares, sus vecinos, las personas que constituían un entorno común y corriente y de pronto se vieron arrojados a una pesadilla de incertidumbre. Justo cuando parece que vamos a caer en el cursi alivio de la libertad, descubrimos que recuperarla no es tan fácil como salir de una habitación.
No hay una sola actuación que esté de más, en especial tratándose de una perspectiva tan concentrada. Joan Allen y William H. Macy se muestran magistrales como los padres de Larson, al igual que Tom McManus en el rol del amigo de la familia que termina por constituirse en una piedra angular para entender a Jake en este mundo lleno de temores y descubrimiento. Hasta el villano es tratado con una “sana distancia” que nos hace adivinar al monstruo detrás de la puerta, sin necesidad de escenas condescendientes para obligarnos a sentir repulsión por él. Y es que el director Abrahamson lleva a sus actores por rumbos emocionalmente demandantes, pero nunca cae en la telenovelización de su ambiente, y hay que aplaudir esa labor.
Pero en el fondo ‘La Habitación’ le pertenece, en más de un sentido, a Larson y a Trembley. Su dinámica como madre e hijo está revestida de una ternura indescriptible, pero también de un aprendizaje mutuo. El cabello largo del pequeño constituye su “fuerza”, como en la historia de Sansón, y el momento en el que decide desprenderse de ella sabemos que hay un motivo poderoso y noble que nos llena de gratitud. Brie Larson está destinada a los máximos premios de la industria por este trabajo, con plena justicia, pero esta pequeña cinta independiente jamás se siente como un intento descarado y manipulador para obtener galardones, sino que es una gran historia que merecía ser contada dentro de su contenida y humilde realidad.
¿Qué más se puede añadir? No mucho, pues ‘La Habitación’ nos deja sin habla en múltiples ocasiones durante su historia y remata con una contundente y poderosa despedida al mundo de privaciones donde Jake nació, fruto de un crimen de lo más reprobable. Pese a toda su exigencia sentimental, el filme nos deja ver la esperanza en forma de actos cotidianos que se vuelven extraordinarios una vez que los vivimos a través de los ojos de sus protagonistas. Creo que no es exageración decir que el cine, en sus mejores momentos, es una expresión artística que nos mueve en lo más profundo, y que esta película en particular hace honor a esa cualidad. Por favor, abre la puerta y sal a verla. Y después quédate mirando al mundo, hasta que sólo puedas percibir lo bueno que hay en él.
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