Durante una entrevista con Gabriela Warkentin, el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, intentó defenderse de los cuestionamientos sobre la pelea que protagonizó con Alejandro Moreno en la Comisión Permanente. Lo hizo de la peor manera posible: recurriendo a una analogía grotesca en la que se comparó con una víctima de violación.
“Si me hubieran violado, ¿me preguntarían qué traía puesto, si la falda era corta o qué hacía yo solo?”, respondió Noroña ante el señalamiento de Warkentin sobre su conducta.
La declaración provocó indignación inmediata, no solo por lo absurdo de la comparación, sino porque revela una profunda ignorancia y banalización del horror que enfrentan miles de mujeres en México víctimas de violencia sexual.
El problema de la victimización de Noroña
El senador buscó quitarse responsabilidad de un hecho real —su prepotencia y agresividad en el Senado— apropiándose del dolor más brutal que viven las mujeres.
- Reducir la violencia sexual a un recurso retórico es una ofensa. No se compara un pleito político con el trauma devastador de una violación.
- El poder no puede apropiarse del dolor ajeno para justificar su falta de autocontrol.
- Las mujeres en México enfrentan una crisis de violencia sexual. Según datos de la ONU, en el país se cometen más de 600 violaciones al día, y la impunidad supera el 95 %. Ese es el contexto que Noroña decidió usar como excusa.
Una muestra de ignorancia y cinismo político
Con su declaración, Noroña exhibe no solo falta de sensibilidad, sino una peligrosa normalización del uso de la violencia de género como argumento político. La violencia sexual en México no es metáfora, es una realidad sangrante que destroza vidas y que exige ser abordada con responsabilidad y respeto.
Nuestras desgracias no son tus armas
La violencia que viven las mujeres no puede ni debe ser utilizada como arma retórica para desviar culpas. Lo que Noroña vivió en el Senado no se acerca ni en lo más mínimo al infierno que atraviesan las víctimas de violación. Su comentario no solo es indignante: es un recordatorio de cómo muchos políticos siguen sin comprender la gravedad de la violencia de género en este país.