El Gobierno de Estados Unidos ha emitido su advertencia más contundente hasta ahora: «No viajar» a Venezuela bajo ninguna circunstancia. El comunicado insta incluso a quienes residan en ese país a partir de sus servicios consulares en Colombia, debido a que la embajada estadounidense en Caracas permanece cerrada y sin capacidad de asistencia.
Los riesgos descritos son aterradores y van desde detenciones arbitrarias y tortura, hasta terrorismo, secuestro, desorden civil y crimen común. Se reconoce que Venezuela tiene la tasa más alta de apresamientos injustificados de ciudadanos estadounidenses en el mundo.
Además, el Departamento de Estado no puede brindar apoyo consular directo: no hay embajada activa, las comunicaciones son limitadas y no existe garantía de protección o evacuación en caso de emergencia.
Esta advertencia representa una señal clara: la situación en Venezuela es ahora una amenaza directa para la vida y la seguridad, incluso para visitantes extranjeros. El llamado es inequívoco: alejarse, replegarse y comprender que la estabilidad básica ha colapsado, poniéndose en juego la libertad, la justicia y hasta la integridad física de quienes arriesgan entrar al país.