Roger Waters, Colombia y el suicidio

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It was dark all around.
There was frost in the ground
When the tigers broke free.
And no one survived
From the Royal Fusiliers Company Z.
They were all left behind,
Most of them dead,
The rest of them dying.
And that’s how the High Command
Took my daddy from me.
When the tigers broke free, Roger Waters.

 

  1. Pink recibió una carta del mismísimo King George escrita en letras de oro y sello de goma donde relataba cómo su padre había sido un héroe en la guerra… quizá fue abandonado moribundo; los familiares de 43 recibieron una conferencia de prensa donde el procurador explicó hasta el cansancio cómo los torturaron, asesinaron (en el mejor de los casos), quemaron, despedazaron y desaparecieron. El primer caso tomó dimensiones astronómicas cuando Roger Waters se convirtió en factor decisivo contra el régimen de la única y original Dama de Hierro, Margaret Thatcher por andar jugando a las guerritas; el segundo cuando desde satélites de google earth se buscaba el humo que la quemazón habría dejado como evidencia. Todas las analogías demuestran contrastes y tienen sus límites, pero los reclamos de Waters vertidos en los conciertos privados y refriteados en el Zócalo (frente a la misma cantidad de gente que en aquél concierto de The Wall en Berlín 1990) son tan amplios y genéricos que rebasan el requeterrefriteado #RenunciaYa cuando suena la estrofa de Mother: “should I trust the government?

¿Dónde están y qué les pasó? Tristemente, al igual que en el caso del padre del pequeño Pink, no sabemos bien. Son víctimas de una guerra de la cual el gobierno se ausentó hasta el arribo de Calderón, quien además fue criticado por utilizar un ejército que no estaba listo para enfrentarla. No podemos perder de vista que somos el mercado-embudo de todas las drogas, armas y personas que trafica el loco Tío Sam. Víctimas de una prohibición asimétrica en la que se ha vuelto lugar común: nosotros ponemos los muertos y ellos los adictos, nosotros los muertos y ellos las armas, nosotros los muertos y ellos los dólares, nosotros los muertos y los muertos y los muertos… El lugar común no ayuda a explicar la complejidad del asunto, pues no todo es gobierno y prohibición; el hecho es que nos estamos matando unos a otros. No es el gobierno quien asesinó indiscriminadamente a esos 50 mil o los que quiera usted contar. Los individuos nos matamos por dinero y por placer. Más placer, más dinero, más muertos… claro que la prohibición genera al menos un efecto exponencial. Prohibición impuesta desde la administración Nixon. ¿Por qué? Porque las drogas destruyen y tú mereces vivir… y te amuelas. No eres dueño de los términos en los que vas a morir. Puedes consumir ciertas drogas que el Estado decide, pero no otras… ni investigarlas, ni verlas siquiera. Prohibido suicidarse lentamente. No es legal.

  1. Colombia: primero justicia y luego vemos si hay paz. Porque los pueblos no tienen piedad ni compasión por sí mismos, como a veces la tienen sus gobernantes, se decidió que no hay perdón y menos recursos para que un grupo narco-guerrillero se convierta en partido político mantenido por el gobierno. No es justo, mejor que nuestros hijos y nietos se sigan matando hasta que unos paguen, no hay perdón. ¿Suicida? Al menos en parte, esto podría costarle la vida a mucha gente, ¿no era más fácil ceder y luego negociar con gente desarmada? ¿Justicia es que los narco-patrones terminen siendo testigos protegidos en EE.UU? «Lo más lamentable es la oportunidad perdida para probar con fórmulas innovadoras que puedan traer la paz en escenarios complejos», escribió atinadamente Víctor Beltri sobre lo que llamó “La tragedia del no”… Y desde acá, los acuerdos se ven bastante civilizados: el esclarecimiento de la verdad, el reconocimiento y atención a víctimas, el enfoque de derechos humanos y salud pública para atender el problema de las drogas… son varias cosas que ya quisiéramos en México. Eso sí, todo muy legal.
  2. Luis González de Alba termina con su vida utilizando una pistola de bajo calibre. Nada qué hacer, ni por dinero ni por placer, da el salto dejando otra marca en el calendario… muy claro su mensaje. Muchos quisiéramos haberlo detenido, afortunadamente nos rebasa, la tragedia es burlada solo por el más rebelde de todos. Es odioso decirlo, pero tiene aún más sentido que en el caso Ayotzinapa: #FueElEstado. Y si fue con una .22 en su casa, todo muy legal.
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No sé si sorprende pero lastima como, igual que los medios, las  redes se van por el flash, pues muy pocos comentaron lo más importante que nos dijera Waters: “La gente está lista para un nuevo comienzo. Es hora de derribar el muro de privilegios que dividen a los ricos de los pobres. Sus políticas han fallado. La guerra no es la solución. Escuche a su gente.” Tácitamente nos está diciendo: ¡háblense! Dialoguen, busquen, resuelvan. Waters es un ser elemental, sus críticas son casi genéricas y más espectaculares que agudas, por eso es como el alcohol, si no hay raspón no arde.

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“Señor Presidente” concluye, “los ojos del mundo lo están observando”. Y nos observan a todos.

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