Han pasado 64 años desde que comenzó la lucha por alcanzar la igualdad de género en nuestro país, sin embargo, lo que para muchos culminó cuando se concedió a las mujeres el derecho a ejercer el voto, no ha sido ni por poco el fin al rezago que aqueja a las mexicanas en diversos sectores.
Debemos tener en cuenta que la desigualdad de género está presente en muchos rubros y que la brecha todavía es larga para abatirla debido a la concepción tradicional del papel de la mujer en la sociedad, que ha atraído, entre prejuicios y discriminación, graves consecuencias, incluso hasta para hacer cumplir las garantías más básicas de bienestar.
Es entonces que lo que debería ser un derecho, se convierte para muchas en un juego de supervivencia, en donde está vedado el acceso a servicios básicos, educación, salud, una alimentación saludable y oportunidades de desarrollo, atenuados por la condición de pertenecer al género femenino y agravados por factores como la raza, creencias y aspecto físico.
Este recuento de infortunios para la mujer, fue oficializado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que en diciembre del año pasado, a través de un estudio, indicó que pese a que de 2008 a 2012, se habían reducido las condiciones de desigualdad en el país y el Índice de Desarrollo Humano de las mujeres había crecido 3.8 por ciento, las desventajas del sexo femenino frente al masculino continuaban siendo altas y las oportunidades disparejas.
De acuerdo con el informe, las mujeres mexicanas enfrentan mayores desventajas en desarrollo humano que las europeas o las asiáticas, siendo estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca donde existe más desigualdad y falta de oportunidades para el género femenino.
En pocas palabras, el informe señala lo ya conocido: México es un país de contrastes. Mientras en el Distrito Federal, la expectativa de vida de las mujeres es de hasta 78 años, una escolaridad promedio de preparatoria y un ingreso probable de 28 mil dólares anuales; en Chiapas, aspiran a vivir 75 años, estudiar hasta el quinto grado de primaria y tener un ingreso de 14 mil dólares anuales.
Los gobiernos deben aprovechar las diversas áreas de oportunidad en estados y municipios para atender el rezago que enfrenta la población femenina ante éstas condiciones de desventaja y otras más, como la violencia de género o de pobreza que afectan a 70 por ciento de las mujeres jóvenes, además de salarios por debajo de los hombres. Los gobernantes tienen que ocuparse y decidirse a avanzar en contra de la desigualdad para garantizar el desarrollo digno de quienes en conjunto somos más de la mitad de los habitantes del país. Es mi opinión…