Las predicciones se cumplieron, el dólar se vende en 20 pesos y el panorama se torna más oscuro para México. Recientemente pudimos observar de manera más frecuente la magnitud de la dependencia de la economía mexicana a factores externos. Desde la crisis en Grecia hasta la batalla electoral Trump vs Clinton, pasando por la baja en el precio del petróleo; factores que han sacudido de fea manera a la moneda de nuestro país.
En un mundo de corta memoria, el futuro de nuestro país no es el más positivo, pues pese al discurso racista e incoherente de Donald Trump, las probabilidades (en aumento) de que conquiste la Casa Blanca amenazan el peso y toda la solvencia financiera del país.
El alza del billete verde frente a la moneda nacional, se convirtió en una constante durante los últimos dos años, prueba de la volatilidad de la moneda mexicana y de nuestra ya sabida dependencia con los precios del petróleo y la economía estadounidense.
Con ello, para expertos y analistas, lo que suceda con la economía mexicana ya no debe asombrarnos, pues el d-efecto Trump se alargará.
La realidad económica en México no es favorable en la parte final de este año. El crecimiento de Trump –con el respectivo ‘empujoncito’ que obtuvo en México–, la cercana elección presidencial en Estados Unidos y un nuevo anuncio referente a las tasa de interés completan el cuadro agónico y difícil para nuestra moneda.
Y es que la posibilidad de que el candidato republicano gane las elecciones a la presidencia de Estados Unidos ha generado dudas en el mercado financiero, sobre todo ante la letanía del rubio multimillonario, que amenaza con reformar o abandonar el Tratado de Libre comercio de América del Norte (TLCAN), sin olvidar sus planes de construir un muro fronterizo con remesas de nuestros paisanos como recurso.
No es, sin embargo, una cuestión que se atenga a lo que suceda en la economía mundial, al menos no totalmente, porque los cambios internos en la política económica le propician al peso los golpes que lo mandan a la lona, y de ahí, no sabemos si es capaz de levantarse.
Así es como el nuevo Secretario de Hacienda, José Antonio Meade lidia con el dolor de cabeza que representa recibir una economía turbulenta en donde los déficits han generado un creciente e insostenible nivel de deuda pública en los tres niveles de gobierno. Y en el que ahora sí, el recorte presupuestal debe ser parejo en los gobiernos municipales, estatales y Federal, quienes ya se tienen que “apretar el cinturón”.
Lo malo para el nuevo titular de SHCP, es que ya no puede recurrir al expediente fácil de recortar la inversión pública porque simplemente ya no hay de donde, para muestra, este año vamos a tener el menor gasto en infraestructura física del sector público desde 1939 como proporción del PIB. Esto sin duda no es bueno en un país al que le urgen más carreteras, aeropuertos, metros, drenajes, alumbrado, seguridad y mucho más.
La situación debe ser tensa personalmente para Meade, y lo es, ya que con el d-efecto Trump como regalo de su antecesor, la carrera presidencial se vislumbra lejos, pues tiene la encomienda de rescatar un barco que se hunde por el peso del Peso, mismo que parece no podrá recuperarse al menos en lo que resta del año y principios del 2017; periodo de tiempo justo en el que Enrique Peña Nieto define a su candidato para Los Pinos.
La volatilidad del peso va a continuar, la incertidumbre se mantendrá por lo menos hasta el próximo lunes cuando transcurra el primer debate entre aspirantes a la Casa Blanca estadounidense. Si Hillary Clinton resulta vencedora las aguas podrían calmarse; por el contrario, si gana Donald Trump preparemos todo ante un huracán financiero de aquí al 8 de noviembre. Es mi opinión…