¿Cuántas horas de tu día las pasas trabajando? ¿Y cuánto tiempo dedicas a estar con tu familia? ¿Puedes desayunar, comer y cenar en casa? ¿Sabes cuánto tiempo gastas en los trayectos de camino al trabajo y de regreso? ¿Has hecho la cuenta del total de días libres que tienes al año?
Las respuestas a estas sencillas preguntas determinan algo que muchos ni siquiera toman en cuenta, que nunca se han preguntado o no se les había ocurrido analizar. Y eso es, la calidad de vida que tenemos.
Entendemos por calidad de vida al conjunto de condiciones que contribuyen a nuestro bienestar como individuos y a la realización de nuestras potencialidades en la vida social. En palabras simples, se trata de cómo estamos y qué tan bien podemos llegar a estar.
Para hablar de calidad de vida se toman en cuenta factores objetivos y factores subjetivos. Entre los objetivos está el bienestar material, la salud y una relación armoniosa con el ambiente físico y la comunidad.
En cuanto a los factores subjetivos, se toma en cuenta la percepción que cada uno tenemos sobre nuestro bienestar físico, psicológico y social. Es decir, cómo es que nos sentimos con nuestra realidad.
Son muchos aspectos los que afectan la calidad de vida de una persona. Por ejemplo, las condiciones económicas, sociales, políticas y ambientales. También es importante la salud física, el estado psicológico y la armonía de las relaciones personales y con la sociedad.
Aunque para analizar la calidad de vida se consideran 5 grandes áreas:
- El bienestar físico, asociado a la salud y la seguridad física de cada persona.
- El bienestar material, que incluye el nivel de ingresos, poder adquisitivo, acceso a la vivienda y al transporte.
- El bienestar social, vinculado a la armonía de las relaciones personales, como las amistades, la familia y la comunidad.
- El bienestar emocional, que comprende desde la autoestima de cada persona, hasta su mentalidad, creencias y la inteligencia emocional.
- Y por último, el desarrollo, relacionado con el acceso a la educación y las posibilidades de contribuir y ser productivos en el campo laboral.
Para la Organización Mundial de la Salud, la calidad de vida implica la percepción que cada persona tiene de su situación de vida en relación con su contexto -es decir, cultura y sistema de valores-, sus objetivos, aspiraciones y preocupaciones.
Es de tal importancia este concepto de “calidad de vida”, que se asume en varias disciplinas de estudio, como la economía, la medicina y las ciencias sociales. Y muchos se preguntarán, ¿cómo es que se puede medir todo esto?
Para su análisis y medición se han elaborado distintas herramientas, como índices, encuestas, cuestionarios o escalas, que determinan no sólo la calidad de vida de manera individual, sino también de comunidades, regiones, ciudades y países enteros.
La ONU, a través del “Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo”, establece el “Índice de Desarrollo Humano” como el indicador para medir la calidad de vida. Sus cálculos se basan en aspectos como la esperanza de vida, la educación y el Producto Interno Bruto, aunque deja fuera otros factores importantes como el acceso a la vivienda o una buena alimentación.
Hablando en términos prácticos y muy simples, la calidad de vida debería ser un objetivo de cada país para mantener a sus ciudadanos felices, con mayor bienestar y satisfacción. Porque también recordemos que esto forma parte de los artículos de nuestra Constitución, no se trata de un favor que nos hace el gobierno, sino de su obligación porque para eso elegimos a nuestros gobernantes.
Y aquí un dato muy revelador sobre este tema en México: Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos -OCDE-, en los últimos cinco años aumentó la diferencia entre las horas que trabajan las mujeres mexicanas respecto a las que trabajan los hombres.
Porque por un lado se avanzó en la brecha de género respecto a la participación laboral de las mujeres y la de salarios más justos, pero el retroceso se refleja en esta diferencia de horas de trabajo. ¿Y por qué razones?
Porque las mujeres pasan más tiempo en labores no remuneradas, es decir, en el mantenimiento del hogar y cuidado de la familia. Una mexicana dedica en promedio a estos factores un promedio de seis horas y 23 minutos, mientras que los hombres sólo destinan a las mismas tareas menos de dos horas.
La OCDE señala esto como un problema grave porque no sólo tiene una afectación económica, sino también un grave impacto en la calidad de vida de las mujeres mexicanas, pese a que la ONU incluye a México dentro de la lista de países con mejor calidad de vida en Latinoamérica.
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Por eso es que en este periodismo de vida, te pregunto:
Tomando en cuenta los factores que acabo de mencionar, ¿cómo consideras que es tu calidad de vida actual? ¿Sientes que trabajas, descansas y te diviertes lo suficiente para tener una vida saludable y productiva?
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