En México, durante 2023, alrededor de 12 personas donaron sangre por cada mil habitantes. De éstas, solo una lo hizo por altruismo, de acuerdo con datos del Centro Nacional de Transfusión Sanguínea. Esta cantidad es poca comparada con la población total del país, la necesidad de estos productos en los hospitales y con naciones de ingresos altos, en los que 31.5 donan por cada mil.
Con motivo del Día Mundial del Donante de Sangre, el 14 de junio, Margarita Contreras, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM, habla de la importancia de tener autosuficiencia sanguínea por medio de las donaciones voluntarias.
● Hacerlo no es una obligación, sino una cuestión social y moral
● México fue la subregión de América Latina y el Caribe con la cifra más baja de quienes donan motu proprio
En México, durante 2023, apenas 12 personas de cada mil habitantes
donaron sangre y sólo una lo hizo de forma altruista, según el Centro
Nacional de la Transfusión Sanguínea (CNTS) y la Secretaría de Salud.
“Tenerla de manera habitual marca la diferencia entre la vida y la muerte;
nos permite curar y mejorar la condición de las y los pacientes.
Una sola de estas extracciones beneficia hasta a tres personas”, indica la profesora
titular del curso de especialidad en Hematología de la Facultad de
Medicina de la UNAM, María Margarita Contreras Serratos.
En 2017, se registraron dos millones 365 mil 360 donaciones, cifra que
disminuyó a un millón 121 mil 272, en 2021 (al término de la emergencia
sanitaria por la COVID-19) y ascendió a poco más de millón y medio en
2023. Dicha cantidad aún es baja en comparación con países de ingreso
alto con autosuficiencia sanguínea; en estos últimos, la tasa por cada mil
habitantes es de 31.5, según datos de la Organización Mundial de Salud.
Por altruismo
Hay dos tipos de donaciones: la primera es por reposición (si el hospital
la solicita para atender a un paciente) y la segunda por altruismo. Esta
última alcanzó su porcentaje más alto en 2020, cuando comenzó la
pandemia, pues pasó de 6.03, en 2019, a 8.5 por ciento. Al año siguiente
disminuyó a 6.8 y volvió a incrementar en 2023, llegando a 8.3 por ciento.
El informe regional Suministro de sangre para transfusiones en los países
de América Latina y el Caribe de la Organización Panamericana de la
Salud, indica que, en 2020, 14 naciones superaron el promedio regional
de donaciones voluntarias, que es del 47.3 por ciento.
Aruba, Colombia, Cuba, Curazao, Guyana, Nicaragua y Surinam tuvieron
cifras mayores al 90 por ciento. En contraste, Anguila, Belice, Guatemala,Haití, México y San Cristóbal y Nieves no alcanzaron el diez. En dicho
periodo, nuestro país tuvo la cifra más baja y Brasil la más alta, 66.4 por
ciento, mientras que en reposición tuvimos el mayor porcentaje: 91.5.
Beneficiar a cualquiera
A decir de Margarita Contreras “la sangre no cura, pero nos da tiempo
para tratar al paciente. Es un puente que permite al organismo
regenerarse y salir adelante. Todos pueden beneficiarse de una
donación: alguien con anemia, quien se somete o se repone de una
cirugía, quien recibe quimioterapias o una persona accidentada. Es útil
en múltiples escenarios”.
Por ello, importa mucho la forma de donar. Cuando se trata de sangre
total, la bolsa se fracciona para obtener una porción de eritrocitos o
paquete globular, otra de plaquetas y una más de plasma, lo cual, a su
vez, puede dividirse en otros productos. Casi nunca se transfunde la
sangre total, sólo los elementos que cada paciente requiere.
También existe otra modalidad llamada aféresis, mucho más eficiente,
pues se adquieren más células en menor tiempo y con menos gente.
“Aquí la sangre pasa por una máquina y se separa lo necesario. Por
donación normal, se requieren seis personas para una dosis de
plaquetas, pero con este método, de una, salen dos bolsas.
Con base en cálculos por kilogramo de peso podrían obtenerse plasma y eritrocitos
dobles. Además, se pueden dar neutrófilos, las defensas del organismo”.
El intervalo para donar sangre total es de ocho semanas, y plasma de
cuatro o seis semanas. Las plaquetas y neutrófilos requieren dos. Por
ello, es necesario que quien dona de forma regular lleve un control para
permitir a su organismo la producción de nuevas células y alcanzar las
condiciones óptimas para volver a hacerlo.

Un tema moral.
El suministro de sangre segura garantiza el bienestar de quien recibe
estas células. Para ello hay requisitos que deben considerarse por
quienes donan, como no tener caries, onicomicosis, diarrea, gripa o
alguna otra infección reciente; no haber ingerido alcohol en las 48 horas
previas; no estar tratándose la diabetes con insulina y, en caso de
haberse realizado tatuajes o perforaciones, esperar un año para corroborar que no se contrajo ninguna enfermedad.
Si el o la donante se realizó acupuntura, cirugías o está lactando, debe consultar al médico.
“En muchas ocasiones se pierden a las y los donantes por el diferimiento,
cuando esto debería ser un llamado a llevar una vida más sana, a tomar
más líquidos y a ingerir menos grasas. Si una vez nos dijeron que no, ello
no significa que la negativa sea de por vida: es un incentivo para ponerse
en condiciones y después hacerlo”, puntualiza Margarita Contreras.
En 2020, México fue la subregión de América Latina y el Caribe con
menos diferimiento en donaciones altruistas, con 4.3 por ciento, mientras
que el Cono Sur tuvo la mayor cantidad: 34.4. En cuanto a las de
reposición, tuvimos 2.7, y el Caribe Latino tuvo la cifra más baja: 1.9 por
ciento.
La profesora subraya la relevancia de no desistir y donar cuando se
cumplan los requisitos, mismos que pueden consultarse en el CNTS
(http://cnts.salud.gob.mx/interior/bs_donsan.html) o en bancos de sangre
como el IMSS (https://www.imss.gob.mx/bancodesangre).
“No es una obligación, es un asunto moral. Gracias a las donaciones
altruistas tenemos sangre en continuo para seguir atendiendo a
pacientes”, concluye.