viernes, agosto 15, 2025

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Violencia infantil en México: 35 niñas asesinadas por familiares en siete meses

México frente a su violencia más oculta: 35 niñas asesinadas por sus propios familiares en siete meses

En México, la violencia contra la infancia sigue creciendo en silencio y con una impunidad que resulta insoportable. Entre el 1 de enero y el 31 de julio de 2025, la activista y periodista Frida Guerrera documentó 35 feminicidios infantiles, menores de diez años asesinadas por quienes debían protegerlas y alrededor de 80 muertes de niñas y niños vinculadas a violencia intrafamiliar. Las cifras estremecen, pero pronto son olvidadas, como si el país se hubiera resignado a ver morir a su niñez.

Guerrera advierte que lo más alarmante es el perfil de los agresores: cada vez más jóvenes, muchos de ellos adolescentes que, aun cometiendo crímenes con dolo, cumplen condenas mínimas y salen libres en pocos años. Sin rehabilitación real, el ciclo de violencia continúa. “Si asesinas, debes ser juzgado como adulto. El feminicidio o el asesinato de niños no pueden ser tratados como delitos menores”, sostiene.


Un caso que expone la indiferencia

El asesinato de Fernando, un niño de Los Reyes, La Paz, ilustra de manera brutal esta negligencia. Fue secuestrado por una deuda de apenas mil pesos de su madre. Una vecina escuchó cómo lo maltrataban, pero no denunció ni buscó ayuda. “Lo mataron porque pudieron matarlo”, denuncia Guerrera. Y es aquí donde la pregunta se vuelve insoportable: ¿Cuántos Fernandos más tienen que morir para que reaccionemos?


Un patrón que no deja de repetirse

Desde 2016, Guerrera ha detectado un patrón constante en municipios del oriente del Estado de México: ataques contra niñas y niños normalizados al punto de no provocar alarma social. La agresión contra la infancia se ha vuelto paisaje cotidiano, mientras las autoridades siguen mirando hacia otro lado.


Instituciones que fallan

La Secretaría de las Mujeres y otras dependencias encargadas de prevenir la violencia se han convertido, según Guerrera, en “departamentos de quejas que no funcionan”. Pese a gestiones y contactos directos, no hay seguimiento ni resultados. Las vidas infantiles, insiste, no pueden depender de burocracias ineficientes.


Una sociedad que calla

El silencio social ante estos crímenes no es neutral: “Guardar silencio ante la violencia contra la infancia nos convierte en cómplices por omisión”, sentencia Guerrera. La tolerancia a este horror no solo perpetúa la impunidad, sino que erosiona el sentido mismo de comunidad y justicia.

En un país donde las cifras de feminicidios y violencia infantil deberían encender todas las alarmas, la pregunta es inevitable: ¿cuántos niños más tendrán que morir para que el Estado y la sociedad reaccionen?

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