La propuesta de reforma constitucional que busca reducir la jornada laboral en México, actualmente en análisis en la Cámara de Diputados, plantea un dilema peculiar: la medida se aplicaría exclusivamente al sector privado, dejando fuera de la modificación a los empleados del sector público, que suman más de 5 millones de personas.
La iniciativa, impulsada por la diputada Susana Prieto de Morena, pretende establecer una jornada máxima de 40 horas semanales en lugar de las 48 actuales para el sector privado. Sin embargo, su alcance no cubriría a los trabajadores del ámbito público, quienes continuarían operando bajo las disposiciones actuales.
La diputada Prieto justifica esta exclusión argumentando que los empleados del sector público, en su mayoría, ya disfrutan de jornadas más cortas. Datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) respaldan esta afirmación, señalando que el 21.6% de los trabajadores subordinados en actividades gubernamentales tienen jornadas laborales superiores a las 48 horas semanales.
No obstante, la medida ha generado debate, ya que legalmente los empleados del sector público tendrían jornadas más extensas que sus contrapartes del sector privado si la reforma se aprueba en los términos actuales. Se argumenta que esto podría contravenir el principio de igualdad establecido en la Constitución.
La exclusión del sector público también plantea desafíos adicionales, ya que modificar las legislaciones locales que rigen las relaciones laborales de los servidores públicos sería necesario. Algunos expertos destacan que la reforma debería abarcar a todos los trabajadores, independientemente del sector, para evitar disparidades legales.
Esta no es la primera vez que las reformas laborales se implementan sin incluir al sector público en México. Ejemplos recientes incluyen regulaciones sobre teletrabajo y aumento en los días de vacaciones. La decisión de dejar fuera a los empleados públicos ha generado preguntas sobre la consistencia y equidad en la legislación laboral.
En resumen, mientras México busca ajustar las normativas laborales para promover el bienestar de los trabajadores, la exclusión del sector público plantea interrogantes sobre la igualdad y la necesidad de una reforma integral que abarque a todos los trabajadores, independientemente de su empleador.