Miles de palestinos emprendieron el regreso al norte de Gaza tras semanas de desplazamiento forzado debido a los intensos bombardeos en la región. Cargados con mantas, alimentos y ropa, avanzaron por el principal camino costero con un espíritu que oscilaba entre la esperanza y el dolor.
Un retorno entre ruinas
A pesar de la devastación que dejó la guerra, el retorno significó una victoria simbólica para muchos. “Al poder regresar, ganamos”, expresó Rania Miqdad mientras avanzaba con su familia hacia lo que quedaba de su hogar en Ciudad de Gaza.
El ambiente, aunque festivo, estaba marcado por la incertidumbre. Muchos sabían que sus casas habían sido reducidas a escombros, como la de Ismail Abu Mattar, quien junto a su esposa e hijos planeaba instalar una tienda de campaña cerca de las ruinas de su vivienda y comenzar la ardua tarea de reconstrucción.
Temor a la expulsión permanente
El regreso masivo responde al temor de lo que muchos consideran una amenaza de expulsión permanente. La historia de desplazamientos forzados en la región pesa sobre la memoria colectiva, haciendo del retorno no solo una necesidad práctica, sino un acto de resistencia frente a la posibilidad de perder su tierra para siempre.
El desafío de la reconstrucción
La magnitud de la destrucción en Gaza es inmensa. Según estimaciones preliminares, gran parte de Ciudad de Gaza y sus alrededores quedaron devastados. La reconstrucción será un proceso largo y complicado, condicionado por el bloqueo y las restricciones en la entrada de materiales esenciales.
Para las familias que regresan, el acto de volver simboliza más que una simple mudanza: es un esfuerzo por recuperar su dignidad y reconstruir una vida que la guerra intentó arrebatarles.