El ambiente en la Comisión Permanente del Congreso se tensó abruptamente al término de la sesión, cuando Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, y Alejandro «Alito» Moreno, líder nacional del PRI, protagonizaron un incidente que rozó la agresión física: empujones, jaloneos y palabras altisonantes, justo durante el himno nacional. El momento fue captado en video y circula ampliamente.
Las imágenes muestran a «Alito» Moreno avanzando hacia la Mesa Directiva, aparentemente para exigir que se le concediera la palabra. Noroña lo confrontó, pidiéndole que se retirara. Cuando el priista insistió, se produjo un forcejeo que, según se reporta, lo hizo casi caer al suelo. La tensión escaló cuando Carlos Mancilla, también del PRI, propinó un golpe a Noroña mientras intentaba hacer una maniobra para bajar de la tribuna.
Este episodio dejó al descubierto no un debate político, sino una expresión de prepotencia parlamentaria: cuando la autoridad cede ante el impulso y la fuerza, ya sea física o de palabra, queda en evidencia la fragilidad del diálogo democrático.
Lo que está en juego
- La política no es un ring. Que figuras electas cuadren cuentas como si estuvieran en una reyerta es una afrenta a la civilidad institucional.
- Esta escena expone incumplimientos éticos. Legisladores están obligados a debatir, argumentar y votar; no a confrontarse como actores de lucha.
- Es otra mancha para la credibilidad del Congreso, ya golpeado por escándalos de privilegios, opacidad e incongruencia con las promesas de austeridad que Morena evoca.