La secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, lanzó una advertencia que ha encendido todas las alarmas: cárteles y pandillas criminales están ofreciendo recompensas por secuestrar o asesinar a agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
Según la funcionaria, las organizaciones criminales han difundido fotografías de oficiales en redes clandestinas y grupos delictivos, prometiendo 2,000 dólares por secuestrarlos y 10,000 dólares por asesinarlos.
La información, aunque estremecedora, refleja el nivel de descomposición que ha alcanzado el crimen trasnacional, que ya no se limita a traficar drogas o personas, sino que ahora apunta directamente a las fuerzas del orden de la potencia más vigilada del mundo.
Un enemigo sin fronteras
La alerta no es menor. Estados Unidos enfrenta una nueva forma de terrorismo criminal, donde los cárteles mexicanos y pandillas internacionales expanden su guerra más allá de los límites de México.
Fuentes de inteligencia señalan que estos grupos estarían coordinando ataques y filtrando información sobre los agentes estadounidenses en plataformas digitales cerradas. El objetivo: intimidar, sembrar miedo y obstaculizar operativos contra el tráfico de drogas, armas y migrantes.
La difusión de fotografías de agentes del ICE representa un riesgo de seguridad sin precedentes, pues los vuelve blancos identificables dentro y fuera del territorio norteamericano.
La conexión mexicana
Aunque las autoridades estadounidenses no han señalado públicamente a un grupo específico, la advertencia coincide con la intensificación de operaciones contra los cárteles mexicanos, especialmente los de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación.
Ambos mantienen presencia en el tráfico de fentanilo, la principal crisis de salud pública de Estados Unidos. El mensaje de las recompensas parece una respuesta directa: una declaración de guerra desde el crimen organizado hacia los cuerpos de seguridad estadounidenses.
El desafío para Washington y México
La revelación de Kristi Noem pone sobre la mesa una realidad que ambos gobiernos prefieren evitar: el narcotráfico ya opera como una estructura paramilitar con alcance continental, que usa redes sociales, criptomonedas y amenazas directas para proteger su negocio.
Mientras en México se normaliza la violencia, en Estados Unidos comienza a sentirse la consecuencia directa de esa expansión. Si los cárteles ya ofrecen recompensas por agentes extranjeros, ¿cuánto falta para que vuelvan su mirada hacia objetivos diplomáticos o civiles?
El silencio ya no es opción: lo que comenzó como narcotráfico se está convirtiendo en terrorismo organizado.