México vuelve a teñirse de sangre.
En Álamo Temapache, Veracruz, fue asesinado a plena luz del día Javier Vargas Arias, empresario naranjero y figura reconocida del sector citrícola.
De acuerdo con testigos, sujetos armados descendieron de una camioneta blanca y abrieron fuego en múltiples ocasiones contra él. Aunque fue trasladado de emergencia al hospital, perdió la vida minutos después a causa de las heridas.
Su ejecución se suma a una ola de violencia que está golpeando brutalmente al campo mexicano, especialmente a los productores agrícolas que enfrentan el control y la extorsión de grupos criminales.
El crimen domina el campo mexicano
En regiones como Veracruz, Michoacán, Colima y Jalisco, el crimen organizado ha extendido su control sobre las cadenas productivas agrícolas.
Ya no solo se trata de tráfico o drogas: los cárteles imponen cuotas, controlan precios, rutas de distribución y hasta deciden quién puede vender y quién no.
Los empresarios y productores que se niegan a pagar o denunciar las extorsiones son amenazados, secuestrados o asesinados.
Casos como el de Bernardo Bravo, líder limonero asesinado recientemente en Michoacán, o el de Vargas Arias, confirman un patrón de terror sistemático contra quienes sostienen el campo nacional.
Veracruz: tierra fértil para el crimen
El estado de Veracruz se ha convertido en uno de los epicentros del control del narco sobre la producción agrícola.
En zonas como Álamo, Tuxpan y Poza Rica, los grupos criminales cobran cuotas por hectárea cultivada y exigen pagos por cada tonelada comercializada.
El asesinato de Vargas Arias ocurre en medio del caos generado por las recientes inundaciones y la falta de respuesta estatal, mientras la población rural vive entre la pobreza, el miedo y la impunidad.
Un gobierno ausente
Mientras los agricultores son asesinados, el gobierno federal permanece en silencio.
Ni la Secretaría de Agricultura ni la Presidencia de la República han emitido un pronunciamiento.
La presidenta Claudia Sheinbaum, pese a las reiteradas denuncias sobre el control del crimen organizado en el campo, no ha anunciado ninguna estrategia para proteger a los productores ni frenar la violencia rural.
La indignación crece.
México entero ve cómo los hombres y mujeres que alimentan al país caen uno a uno ante un gobierno que prefiere mirar hacia otro lado.

