Pocos lugares en la Ciudad de México resumen tan bien el espíritu del país como el Mercado de Coyoacán. Más que un sitio para comprar, es un universo de colores, aromas, texturas y sonidos que conectan directamente con la raíz popular mexicana. Aquí no solo se vende… aquí se celebra a México todos los días.
Un recorrido por los sentidos
Ubicado a unos pasos del Jardín Centenario y de la Casa Azul de Frida Kahlo, este mercado es un imán para turistas, chilangos de corazón y curiosos de todas partes del mundo.
- El oído: tambores prehispánicos, regateo chilango, carcajadas en los pasillos.
- La vista: catrinas, calaveras, alebrijes, bordados, paredes de mole en todos los tonos tierra.
- El olfato: esquites, barbacoa, incienso, canela, chile tostado.
- El tacto: barro negro, madera pulida, papel picado.
- Y el gusto… ese lo dejamos al taco placero o a las legendarias quesadillas de flor de calabaza.

“Aquí se compra con los cinco sentidos”, dice Don Lucho, quien vende juguetes de madera desde 1984.
Entre historia y presente
Este mercado abrió sus puertas en 1921, y desde entonces ha sido parte del tejido cultural de la colonia Coyoacán. Fue testigo del paso de artistas, revolucionarios, intelectuales y comerciantes tradicionales.
Su diseño interior es sencillo, pero está saturado de identidad y caos perfectamente funcional: comida corrida, puestos de dulces, antojitos, herbolaria, máscaras, textiles, piñatas, y por supuesto, los inconfundibles puestos de artesanía mexicana.
¿Qué no te puedes perder?
- Las quesadillas de Doña Norma, que ya tienen club de fans.
- El pasillo de artesanías con alebrijes y calaveras de todos tamaños.
- Los juguetes de madera de Don Lucho, elaborados a mano con tradición.
- Las galletas de amaranto y moles en polvo para llevarte un pedazo de México a casa.
Y si vas en noviembre, el mercado se transforma: se viste de Día de Muertos, con altares espectaculares, ofrendas espontáneas y el olor dulce del pan recién horneado.

BLOQUE EDITORIAL: Lo que opina Fernanda
Fernanda opina:
“Hay lugares donde México se siente más México. El Mercado de Coyoacán no es una atracción turística: es una cápsula viva de lo que somos. Ir es como volver a casa, aunque nunca hayas vivido ahí.”