Ojalá que la aurora no dé gritos que caigan en mi espalda
Ojalá que tu nombre se le olvide a esa voz
Ojalá las paredes no retengan tu ruido de camino cansado
Ojalá que el deseo se vaya tras de ti
A tu viejo gobierno de difuntos y flores
Ojalá , Silvio Rodríguez.
Sueños de libertad
El Ché Guevara y Fidel Castro lograron convertirse en los caudillos perfectos para la propaganda soviética: juventud, arrojo, determinación y la victoria pírrica del siglo. Íconos del sueño revolucionario, del Ché quedaron las playeras hasta que Cepillín las tomó por asalto… pero Fidel se convirtió en el modelo soviético de estadista latinoamericano. Lo hizo con grandes riesgos, como cuando casi desata la guerra nuclear durante la famosa crisis de los misiles en Cuba y excedió toda expectativa en cuanto a su permanencia en el poder: nueve días más que su vida durará el “luto” del pueblo cubano. Fidel se va con Caronte pero no se lleva el deseo tras de sí y más bien deja a su viejo gobierno de difuntos y flores. Nepotista, para acabarla de regar, heredó a su hermano la tiranía que instauró sobre los ideales traicionados… pisoteando los cráneos de todos los héroes revolucionarios y ciudadanos que sufrieron su régimen para jamás conocer libertad ni victoria.
¿A qué costo?
¿Cuánto del producto de su trabajo creen que se lleva al bolsillo uno en Cuba, aceptando sin conceder que sea un letrado hiper-culto y educado como muchos soñamos desde la comodidad de México? ¿Cuántas generaciones pauperizadas aunque heroicas faltaban para que Cuba se pareciera más a lo que era antes? ¿Por qué era mejor la lumpen-prostitución que los casinos? ¿Y la mentira? Habernos hecho creer a todos que Cuba sí sería revolucionaria, igualitaria, culta, libre… ¿para proponer que mil años después la mejor salida era morir dejando a su hermano en el poder?
La soledad: entre caudillos y traidores
Castro supo modelar su propio heroísmo, venderlo como único plato al pueblo cubano en el Granma y cientos de miles de horas al aire a través de todos los canales y frecuencias de la isla, hizo de la propaganda una forma de vida emulando al genio Nikita Krouschkev… Así a la distancia, podíamos creer en él y en algo, pero Fidel fue convirtiéndose en zombi cuando no se le acabaron los enemigos internos y siguió imponiéndose como dictador. Así, nos fuimos quedando solos de héroes, vacíos de libertadores… acepto que en mi corazón atesoraba la (ilusoria) esperanza de un momento histórico cuando Castro disintiera de su propia dictadura iniciada el 8 de enero de 1959… al menos en alguna declaración desvariada.
AMLO y Trump
A la vista de promesas falsas con retóricas perfeccionadas hasta la utopía, menos mal que en Latinoamérica tenemos a Fidel Castro como un buen referente para detectar al dictador populista que se alinea sin chistar como lo hizo Andrés Manuel López Obrador. Quizá por la ausencia de ese titánico ejemplo, fue relativamente sencillo para Donald Trump el estallar una narrativa para optimizar el número de votantes y vender el mismo tipo de promesas: fundadas en un delirio de grandeza antes que en un proyecto político.
Gracias Fidel
Por haber redactado la narrativa del héroe latinoamericano mostrando también todas sus paradojas y tentaciones. Por poner en la misma página el ejemplo y el contraejemplo. Porque en algún momento diste con tu propia reducción al absurdo. Gracias por ser el sueño y la pesadilla, que nos recuerda que lo imposible del sueño no fue lo que parecía inalcanzable, sino la debilidad común de un hombre, como en tantas otras historias comunes. Gracias por tu inspiración, tu advertencia y aunque tardía, por tu partida Fidel Castro: ícono de la libertad y la represión, de la revolución y la dictadura, esperanza y condena de Cuba.
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