Esta semana celebramos el día de las madres, la oportunidad de dar vida y de educar a quienes serán el futuro de la familia y de la sociedad misma, pero, ¿en qué panorama imaginamos esta situación?
Es fácil visualizar la vida ideal de una pareja que en edad madura, realizados a nivel profesional y estables económicamente, se preparan para la llegada de un bebé, sin embargo, para muchas mexicanas la realidad se torna diferente, pues nuestro país padece una fiebre: la de los embarazos adolescentes.
De acuerdo con cifras del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), anualmente se registran más de 400 mil bebés de madres menores de edad, es decir, 20 por ciento del total de los nacimientos. Con ello, México se convierte en el país miembro de la OCDE que presenta las cifras más altas de embarazo adolescente y los datos se vuelven más duros cuando identificamos que la mayoría se da en edades de entre 15 y 19 años.
Para nada estas cifras son motivo de orgullo cuando comúnmente los embarazos a temprana edad están relacionados con la falta de oportunidades de desarrollo y también, son más probables en comunidades pobres, rurales y con acceso limitado a la educación.
El embarazo adolescente es un reflejo de la desigualdad del país. El 60% de las mujeres embarazadas a esta edad pertenece a familias de bajos ingresos y su situación sólo empeora por la incapacidad de acceder a los servicios de salud, así como educación, una alimentación saludable y a cualquier oportunidad de crecimiento.
Son muchas las mujeres jóvenes frustradas por un embarazo a temprana edad, y es que, sin confundir la dicha que representa ser madre, no debemos pasar por alto las dificultades que se avecinan con la formación de una familia no planificada.
¿Están nuestros jóvenes preparados para enfrentarse a estos retos? Si la educación sexual falló, los próximos padres no sólo deben prepararse para cuidar a un niño, también deben enfrentarse a la convivencia diaria, a los obstáculos que representa solventar la economía familiar y con ello, podrán a prueba su capacidad psicológica y emocional.
Esta problemática obedece a muchos factores que deben atenderse desde casa, a nivel escolar y con políticas públicas eficaces que más allá del significado cultural que representa ser madres, obliguen a la sociedad a proteger y ayudar a las adolescentes a ejercer con responsabilidad su sexualidad, enfrentar su embarazo en mejores condiciones, evitar la exclusión y motivar la continuidad de su formación, pues en el camino hacia el empoderamiento de la mujer, esto aún es materia pendiente. Es mi opinión…