La madrugada del domingo pasado, la Isla Sur de Nueva Zelanda fue golpeada por un fuerte sismo de magnitud 7.8 (USGS) dejando daños y únicamente 2 personas fallecidas. Este sismo fue particularmente complejo y deja muchas enseñanzas que mencionaré más adelante.
En lo que vamos 2016 los sismos de mayor magnitud han sido 3 de 7.8 y con resultados completamente diferentes:
- Sumatra, Indonesia: ocurrió el 2 de marzo pero al estar alejado de las costas no generó ningún daño y no existió peligro de tsunami porque el sismo no deformó verticalmente el fondo oceánico (fue una falla de rumbo).
- Esmeraldas, Ecuador: ocurrió el 16 de abril dejando más de 600 fallecidos y daños severos en viviendas e infraestructura pública y privada; generó un pequeño tsunami sin mayor afectación a las costas ecuatorianas.
- Isla Sur, Nueva Zelanda: ocurrió la madrugada del pasado 13 de noviembre provocando severos daños aunque hasta el momento únicamente se reportan 2 fallecidos; generó un tsunami local con olas superiores a los 3 metros según registros de estación mareográfica.
Nueva Zelanda, además de ser un país de volcanes (ahí se grabó el Señor de Los Anillos donde el Mt. Doom fue inspirado en el volcán Ngauruhoe), tiene historia de grandes sismos como el del 3 de febrero de 1931, M7.8; 17 de junio de 1929, M7.8; 23 de enero de 1855, M8.3 y por último el sismo del 22 de febrero de 2011, M6.3 con más de 100 fallecidos en Christchurch.
Esta es una zona de alta sismicidad por la rápida tasa de convergencia entre la placa Indoaustraliana y la placa con 84 mm/año en el extremo norte sobre la trinchera de Tonga hasta 46 mm/año sobre la trinchera Hikurangi en el extremo sur justo frente la costa oriental de Nueva Zelanda.
La mayor parte de la energía liberada ocurrió aproximadamente 30 segundos después de haber iniciado la ruptura. La imagen de abajo muestra que el lugar donde se registró el mayor desplazamiento quedó alejado del epicentro, el cual debemos entenderlo como el punto inicial de ruptura y no como un único lugar donde ocurrió el sismo. Investigadores sugieren que múltiples segmentos fueron afectados como resultado de una secuencia compleja de rupturas; dicho de otra forma, inicialmente se originó un sismo en una zona pero que tuvo inmediata afectación en zonas adyacentes lo cual explicaría los desplazamientos alejados del epicentro y la mayor liberación de energía transcurridos varios segundos después de iniciado el sismo.
En el siguiente video se puede ver con claridad cómo la intensidad del sismo aumentó.
Esta complejidad se observa en superficie con desplazamientos verticales de zonas costeras, deslizamientos de tierra (donde un grupo de vacas sobrevivieron a un deslizamiento de tierra).
Otras enseñanzas que nos deja este terremoto es el falso concepto que epicentros en “tierra” no generan tsunamis y que toda la fuerza del sismo se siente en epicentro. La imagen anterior también nos muestra que el área de ruptura abarcó el fondo oceánico alterándolo verticalmente y generando un tsunami con olas superiores a los 3 metros de altura, de acuerdo a los registros de estaciones mareográficas; también indica que las zonas cercanas al mayor desplazamiento fueron las zonas donde mayor intensidad se registró por lo que los daños más extensos fueron hacia el noreste del punto inicial del sismo.
No debe sorprendernos que únicamente se hayan registrado 2 fallecidos cuando Nueva Zelanda aplica frecuentemente medidas de prevención y, conociendo su peligro sísmico, el diseño sismorresistente es fundamental. Veamos los sismos de otros lugares en el mundo como lecciones para nosotros mismos: tengamos a la mano nuestras alertas sísmicas, organicemos simulacros frecuentemente (no esperes a hacerlo cada 19 de septiembre), respetemos normas de construcción o reforcemos nuestro hogar (puedes acudir a tu unidad de Protección Civil a solicitar la revisión de tu inmueble) y mantengámonos informados, porque solo así estaremos mejor preparados para enfrentar el próximo sismo que afecte a nuestro país.
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