En 2024, en la CDMX se ha registrado, en promedio, un sismo de baja intensidad cada 24 días

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Los microsismos son frecuentes en la CDMX y hay registro de ellos desde hace décadas por la acción de las fallas geológicas locales (ubicadas en el subsuelo de la urbe, entre los 500 metros y los dos kilómetros de profundidad), explicó el investigador de la Universidad Nacional y responsable del Área de Análisis del SSN, Víctor Hugo Espíndola Castro.

A decir de Delia Iresine Bello Segura, también del SSN, los sismos en la capital del país se dan porque está ubicada en el centro de la Faja Volcánica Transmexicana, un plegamiento formado por el empuje de las Placas de Cocos con la de Norteamérica, que dieron origen a montañas y volcanes como el de Fuego, en Colima; el de Tequila, en Jalisco; el Nevado de Toluca, en el Estado de México; el Popocatépetl, entre la entidad mexiquense, Puebla y Morelos; o el Pico de Orizaba, en Veracruz.

Las fallas geológicas tanto de la CDMX como las de otros estados de la República mexicana, puntualizó, pueden permanecer estables o “inactivas” por largos periodos, pero en ocasiones con algún sismo de gran magnitud se reacomodan, provocando movimientos telúricos locales. A partir de la década de los 80 del siglo pasado se tiene detectada la sismicidad local en la zona de Mixcoac (hay artículos científicos de ello), cuando empezó la instalación de la red actual de 100 estaciones para monitorear la actividad sísmica en la urbe.

Antes, si la gente sentía un temblor generado en la zona urbana, lo creía procedente de algún sitio lejano; hoy, si algo similar sucede, el SSN localiza de qué alcaldía proviene. Además, hay lugares como Tláhuac que, por no estar tan habitado antaño, no reportaba temblores; con el incremento de la población se comenzaron a consignar esos fenómenos en el sitio.

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“Tras el terremoto del 19 de septiembre de 2017 –ocurrido en la frontera entre Morelos y Puebla, y de magnitud 7.1– detectamos una reactivación de fallas geológicas por largo tiempo inactivas. Es probable que en algunos años más vuelva a disminuir la actividad en la región de la Sierra de las Cruces y, después, se vuelvan a activar”, acotó la universitaria.

Daños estructurales

En este contexto recordó que un estudio de 2017 del Centro de Geociencias de la UNAM señala que en la CDMX existen cuatro fallas geológicas destacadas: Mixhuca, Santa Catarina, San Lorenzo Tezonco y Copilco. Sin embargo, a inicios de 2024 especialistas universitarios anunciaron el descubrimiento de otra llamada “Plateros-Mixcoac”, ubicada al poniente de la ciudad. Son las que a últimas fechas causan “ruido”.

También existen las de Álvaro Obregón, Benito Juárez, Iztacalco, Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Xochimilco, Tlalpan y Tláhuac, que han generado terremotos en distintas fechas, precisó Espíndola Castro.

Estos fenómenos, percibidos como “jaloneos” que duran una fracción de segundo, seguirán y debemos aprender a convivir con ellos, manifestó. “Los sismos locales no producen mayores afectaciones a la población, pero pueden generar daños estructurales, sobre todo en una urbe como la CDMX con demasiadas edificaciones de distintas alturas y donde persiste el problema de la autoconstrucción sin regulación”.

A su vez, Bello Segura refirió que un temblor de magnitud cuatro, aunque considerado bajo, podría causar estragos. Cada unidad de magnitud es 32 veces más grande que la anterior, por ser una escala logarítmica. “Hasta el momento no se tienen registros históricos de un sismo de magnitud alta con epicentro en la capital, pero la probabilidad de que ocurra es baja”.

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Asimismo, comentó que el término ‘microsismo’ no existe en la literatura de sismología; sin embargo, popularmente se llama así a los de baja magnitud (por debajo de un nivel cuatro). También es importante aclarar que los términos ‘sismo’, ‘temblor’, ‘terremoto’ y ‘movimiento telúrico’ son sinónimos, sin importar la intensidad del evento, y que se pueden usar de manera indistinta.

Sobre la alerta sísmica, la experta subrayó que solo se activa bajo ciertas condiciones: si el terremoto supera 5.5 de magnitud y se origina a una distancia mayor a 100 kilómetros de la CDMX. En el caso de los eventos locales o cercanos (menores a los 100 km), las ondas sísmicas viajan tan rápido (hasta ocho kilómetros por segundo) que la alerta sísmica suena a la par de la onda primaria y por ello no se da aviso previo.

“Los sismos tectónicos se ocasionan por esfuerzos inmensos al interior de la Tierra. Los seguimos estudiando a fin de entender cómo funcionan las fallas de la Ciudad de México y la sismicidad del país en general; sin embargo, no es posible predecir su ocurrencia. Por ello, es necesario estar atentos a lo que Protección Civil nos pide hacer antes, durante y después del evento”, aconsejó Víctor Hugo Espíndola.

Ante este escenario, los expertos recomiendan realizar simulacros en las escuelas, centros de trabajo, incluso en las casas-habitación, para que la población tenga presente los puntos de reunión, la zona de evacuación y qué acciones tomar en caso de una eventualidad.

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